Yo inicie este blog
hace 6 años, y aún no puedo creer que en ningún momento se me ocurriera hacer
un post de una de mis aficiones más grandes. La colección de bandas sonoras
para películas.
La experiencia de
coleccionar, y por supuesto, escuchar, bandas sonoras de películas, la llevo
cultivando desde hace casi 20 años; específicamente desde que mis padres me
hicieron, por allá por el año mil novecientos
“no me acuerdo”, el regalo maravilloso del disco de la banda sonora
original de la película “1492: La Conquista del Paraíso”, compuesta por
Vangelis.
Yo escuché a
Vangelis por primera vez en un álbum, o LP, de acetato, que mi papá tenía en
una repisa de la sala de la casa y que llevaba por nombre “Jon and Vangelis: Private Collection”. Mi papá desde algún tiempo había visto mi afición por la
música de las películas y mi tendencia hacia la música electrónica – por mi
dedicación al teclado – y pensó que era conveniente mostrarme una canción de
ese álbum a ver qué me parecía. La canción se llamaba “Italian Song”, y era una
especie de aria interpretada por Jon Anderson (cantante de la banda inglesa de
rock Yes), en un idioma incomprensible, acompañada de una armonía sintetizada muy
sutil que le seguía al ritmo de cada palabra que él pronunciaba.
Aquello fue
literalmente amor a primera vista. Era un tema hermoso, que sonaba como arte y
parecía un poema hecho música. No me importó la voz de vieja de Jon (me costó
creer que era un hombre el que cantaba porque el registro de voz era muy alto y
gastado), sino la melodía detrás de su voz, cuya intensidad se acentuaba en las
notas más significativas con la presencia del agudo y áspero sonido tipo
flauta/corno, que Vangelis sacaba de su sintetizador preferido de la época, el
Yamaha CS80, y que luego llegue a descubrir que era parte de su sello sonoro característico.
Así de un salto,
pasé de esa grata experiencia a conocer de un solo golpe, y sin anestesia, el
trabajo que a mi parecer era (y aún es) el más impresionante e inspirado de
Vangelis. La banda sonora de la película “1492: La Conquista del Paraíso”.
Confieso que fueron
dos cosas simples las que me guiaron a comprar ese álbum en la tienda y no
otro. Primero, el álbum decía que era de Vangelis, y segundo porque la imagen
de la carátula, con la imagen de Cristobal Colon sobre el borde de un risco
viendo en la lejanía del océano a sus tres carabelas hundirse en un atardecer
tormentoso, me pareció realmente sobrecogedora y hermosa.
No recuerdo bien,
pero ese disco llegó a mis manos cuando tenía entre 15 y 17 años. Pudo haber
sido antes, pero lo que sí se es que la película la llegué a ver casi 10 años
después de oír su música. Igual o peor me pasó con Blade Runner, pero ya eso es
historia para otro post.
El asunto es que,
al poder escuchar la música primero que la película, no me vi influenciado por
ninguna imagen, y con cada nota del score pude hacer volar mi imaginación
libremente y sin límites. El resultado fue magnifico; tanto así que mi
imaginación alcanzó cotas que la película no pudo y eso resultó un poco
decepcionante cuando la llegué a ver finalmente.
La banda sonora
comienza con un score ambiental que mezcla soberbiamente los instrumentos
sintetizados de Vangelis con potentes flautas indígenas que evocan el inminente
choque de estas dos culturas, la europea y la americana. El tono de “Opening”
es lúgubre, tenebroso y expectante, que da paso a la mejor pieza de la
discografía de Vangelis: “Conquest of Paradise”
Qué decir de esa
pieza. Que lo tiene todo. Es un himno a la odisea que significó el viaje, y a
la grandiosidad del propio descubrimiento de América, ni más ni menos. Es una
marcha solemne que abre con la fuerza de un coro mayoritariamente masculino,
que representa a la potencia europea surcando el océano atlántico hacia rumbo
desconocido. Luego de unas estrofas cantadas por el coro en un idioma pseudo-latín
inventado, se abre paso lo que significaría el coro instrumental de la pieza,
la parte fuerte y heroica de la canción, dominada por el sonido sintetizado
característico (flauta/corno ingles modificado) de Vangelis a nivel: Master of
the Universe.
In noreni per ipe
In noreni cora
Tira mine per ito
Ne domina.
Parte coral de Conquest of Paradise
El repunte potente
de los timpani en cada estocada de la flauta/corno sintetizado, marca
fuertemente la grandiosidad del viaje mismo, o del momento del encuentro entre
los dos mundos (aunque hay una pieza especialmente referente a esa parte). Al
escuchar el climax de la canción, la imagen que se viene a mi mente es la de
las tres enormes naves españolas surcando el embravecido mar, indetenibles
hacia su grandioso destino de hacer historia. En la canción se produce dos
veces este momento espectacular y es más que suficiente para convencer de que este
Vangelis, el de este disco, marcaría un antes y un después en su discografía.
Para la película,
esta canción fue modificada y suavizada en su espectacularidad, pero colocada
en el preciso lugar donde yo siempre pensé que estaría: en el momento de la
partida desde el Puerto de Palos. Al quitarle espectacularidad a la canción, le
quitaron fuerza, y la dinámica de la partida de las carabelas hacia el mar
perdió algo de su encanto, a pesar de que en ciertas partes – el sol naranja de
la tarde deslizándose por una ventana, mientras los marineros sudorosos hacen
rugir y moverse al gran navío – el acoplamiento imagen/música es excelente.
Lamentablemente la canción original, tal como Vangelis la concibió, solo se oye
al final de la película, durante los créditos.
A esa pieza le
sigue la majestuosa “Monastery of la Rabida”, que como su nombre lo indica,
está dedicada a resaltar la solemnidad del Monasterio de la Rábida, donde mucho
tiempo pasó Colón antes de su viaje. De esta pieza surge el leitmotiv musical de toda la banda
sonora de la película. No solo se escucha en las partes relacionadas con los
encuentros en el Monasterio, sino en casi todas las introducciones hacia las
escenas que se dan en España a campo abierto (que involucran a Colon con sus
hijos o su esposa, etc).
A esta pieza le
sigue “City of Isabel”, una pieza muy distinta a las demás porque suena como
una danza a tres tiempos, que combina los strings fuertes electrónicos
habituales de Vangelis con una presencia más marcada las guitarras y mandolinas
españolas. Es una pieza muy europea que casi no se deja ver en la película por
ser muy puntual.
Tras ella viene
“Light and Shadow”, que no forma parte íntegra de la película, pero sus pedazos
se escuchan disgregados por algunas escenas en Europa. Es una marcha heroica
con un coro femenino marcando el tempo sobre todos los demás instrumentos. Una
flauta coquetea con el coro durante la primera parte, y luego abre paso a un
segmento coral femenino muy hermoso que se acompaña de un clavicordio en su parte final.
Después viene
“Deliverance”, una poderosa pieza ambiental cuyo tempo viene marcado por unas
guitarras españolas desafiantes, que acentúan la sensación de tensión de estar
esperando por llegar a un destino que parece negarse a ser alcanzado. La
canción se escucha durante los momentos en que Colon y los tripulantes de las
naves han pasado demasiado tiempo en el mar y no saben hacia dónde se dirigen o
si se han perdido en el camino hacia las indias. La tensión es bien sostenida
por unos strings oscuros y desoladores de los sintetizadores.
La canción cambia
radicalmente hacia un punto heroico cuando entra un coro espectacular, que
emerge de la nada como una especie de salvación dentro de la tormenta. En la
película, Colon, al momento del motín, hace un ademán de que nada le detendrá
en su intención de llegar a las Indias, y de repente, un suceso ambiental
sacude a los barcos, haciendo creer a los marineros amotinados que la
providencia y Dios mismo va con Colon, lo que salva al navegante de una muerte
cantada y le da una cuota más de tiempo. Aunque la versión del album de “Deliverance”
esta hecha enteramente para ese momento en especifico, no se utiliza de ese
modo en la película y se oye ligeramente modificada.
“West Across the
Ocean Sea”, es una canción hermosa cuyo protagonista dorado es una flauta
profunda que marca ritmo y melodía. Como su nombre lo indica, marca el rumbo al
Oeste a través del Océano, la travesía hacia lo desconocido.
Le sigue a esta
pieza la preciosidad de “Eternity”, que es una de las canciones más bellas de
Vangelis. En ella suenan, por primera vez desde “Opening”, las flautas
indígenas en una especie de canto de cuna que luego se matiza y engrandece con
una flauta preciosa que convierte a la canción en un símbolo del encuentro
entre dos mundos. En la película se usa exactamente para ese momento, cuando
Colon y los marineros se encuentran con la primera tribu indígena del nuevo
mundo. Ambas razas se ven cara a cara por primera vez, y en lugar de haber una
lucha, se producen risas entre el líder de la tribu y el almirante Colón. Esas
risas, y el abrazo de hermandad entre españoles y nativos, dan paso a esta
canción, durante la cual se muestra la relación de amistad que empezó a
establecerse entre indios y españoles luego de su encuentro.
“Hispaniola” es todo lo contrario. Es una
canción de lucha, una marcha de guerra. En ella, los repiques de tambor marcan
un ritmo de enfrentamiento entre las flautas indígenas y una voz masculina con
marcado estilo flamenco. Posterior a la entrada de la canción, la marcha se
refuerza con un potente coro de voces mixtas. Por su intensidad, y por ser la
canción más representativa del conflicto que plantea la película, “Hispaniola”
fue la elegida como la canción de entrada del film, y es la única pieza que
suena completa sin interrupciones. La mejor elección de Ridley Scott para
arrancar su épica.
A esta canción le
sigue una muy misteriosa y oscura llamada “Moxica and the Horse”, que, cuyo
nombre lo indica, está dedicada al personaje histórico Adrian de Mujica (Moxica),
principal antagonista de Colon, cruel y despiadado representante de la nobleza
española en las indias. Obviamente la
canción es una pieza de mucho portento español, por la fuerte presencia de las
guitarras con rasgueos flamencos y una voz masculina haciendo gemidos
penetrantes en toda su duración. También se dejan oír algunas flautas indígenas
en tiempos cortos pero con mucha fuerza, recalcando la tensión del conflicto
social que Mujica estaba creando entre indios y españoles, al abusar
salvajemente de los primeros. En la película, la canción se oye en las escenas
más intensas que involucran a Mujica, interpretado por Michael Wincott, un tipo
que toda la vida ha hecho de malo en sus películas.
El personaje de
Mujica es particularmente interesante porque, además de representar a la casta
española más pura y salvaje, representa las verdaderas intenciones españolas
sobre las islas descubiertas. Colon siempre queda ante Mujica como un mero
titere del imperio español, y el noble larguirucho se lo demuestra claramente
en cada discrepancia que tiene con el genovés. La declaración final de Mujica
viene durante una escena muy importante, donde el noble es acorralado ante un
barranco por un grupo de españoles que lo perseguía por haber prendido fuego a
una casa de gobierno durante la rebelión de Francisco Roldan en 1499. Justo antes de lanzarse a un barranco, Mujica le dice a
Colon: “Tu y tus hermanos, nunca heredaran sus títulos, ustedes no son nada.
Nosotros lo somos todo”, quedando bien claro quienes eran los que en verdad mandaban
sobre todo aquello.
Luego de esta
canción vienen las dos piezas finales del disco que se diferencian del resto
por ser muy, según mi criterio, demasiado Vangelis. En “Twenty Eight Parallel”,
Vangelis suelta su imaginación, dejándose llevar por su estilo musical del
momento y combinándolo con una versión a piano de la emblemática “Conquest of
Paradise”. Una canción hermosa por demás pero que no aparece en ninguna parte
de la película.
En “Pinta, Niña,
Santa Maria (Into Eternitiy)”, que tampoco salió en la película, el viejo
griego va un poco más lejos y compone una pieza enteramente electrónica,
sazonada con algunos de los sonidos étnicos escuchados en las otras piezas del
álbum. Con ésta el barbudo literalmente se suelta el moño y nos deja una joya
de 12 minutos de duración de pura calidad nivel Vangelis, o sea, maestro de la
música electrónica. En ella juega con algunas notas de “Monastery of la Rabida”
y nos lanza la artillería de los mejores sonidos electrónicos de su tiempo,
para luego darnos la dosis final de épica con “Eternity” nuevamente, y cerrar
redondo el que, para mí, es el mejor álbum y la obra maestra de Vangelis.
Recomendable este álbum
para todo el que ame la música instrumental y electrónica. Habla por si solo y
a mi parecer nunca necesitó de la película para sobresalir como la magnifica
obra que es. Por su parte la película es muy buena también, pero las imágenes
casi nunca le hacen justicia a la épica o espectacularidad evocada por su
música. Se queda atrás de la partitura y eso siempre me dejó un mal sabor de
boca.
La cuestión es que
ciertas canciones no están hechas para ser puestas en imágenes sino para ser
imaginadas y sentidas, y por eso es que Vangelis está en un plano muy diferente
a un John Williams o un Hans Zimmer.
Y helo aquí, mi
primer análisis a fondo de una banda sonora. Voy bien… pues adelante.