jueves, 2 de octubre de 2014

Las Bandas Sonoras de mi Vida. Hoy: 1492: La Conquista del Paraiso


Yo inicie este blog hace 6 años, y aún no puedo creer que en ningún momento se me ocurriera hacer un post de una de mis aficiones más grandes. La colección de bandas sonoras para películas.

La experiencia de coleccionar, y por supuesto, escuchar, bandas sonoras de películas, la llevo cultivando desde hace casi 20 años; específicamente desde que mis padres me hicieron, por allá por el año mil novecientos  “no me acuerdo”, el regalo maravilloso del disco de la banda sonora original de la película “1492: La Conquista del Paraíso”, compuesta por Vangelis.


Yo escuché a Vangelis por primera vez en un álbum, o LP, de acetato, que mi papá tenía en una repisa de la sala de la casa y que llevaba por nombre “Jon and Vangelis: Private Collection”. Mi papá desde algún tiempo había visto mi afición por la música de las películas y mi tendencia hacia la música electrónica – por mi dedicación al teclado – y pensó que era conveniente mostrarme una canción de ese álbum a ver qué me parecía. La canción se llamaba “Italian Song”, y era una especie de aria interpretada por Jon Anderson (cantante de la banda inglesa de rock Yes), en un idioma incomprensible, acompañada de una armonía sintetizada muy sutil que le seguía al ritmo de cada palabra que él pronunciaba.

Aquello fue literalmente amor a primera vista. Era un tema hermoso, que sonaba como arte y parecía un poema hecho música. No me importó la voz de vieja de Jon (me costó creer que era un hombre el que cantaba porque el registro de voz era muy alto y gastado), sino la melodía detrás de su voz, cuya intensidad se acentuaba en las notas más significativas con la presencia del agudo y áspero sonido tipo flauta/corno, que Vangelis sacaba de su sintetizador preferido de la época, el Yamaha CS80, y que luego llegue a descubrir que era parte de su sello sonoro característico.

Así de un salto, pasé de esa grata experiencia a conocer de un solo golpe, y sin anestesia, el trabajo que a mi parecer era (y aún es) el más impresionante e inspirado de Vangelis. La banda sonora de la película “1492: La Conquista del Paraíso”.

Confieso que fueron dos cosas simples las que me guiaron a comprar ese álbum en la tienda y no otro. Primero, el álbum decía que era de Vangelis, y segundo porque la imagen de la carátula, con la imagen de Cristobal Colon sobre el borde de un risco viendo en la lejanía del océano a sus tres carabelas hundirse en un atardecer tormentoso, me pareció realmente sobrecogedora y hermosa.

No recuerdo bien, pero ese disco llegó a mis manos cuando tenía entre 15 y 17 años. Pudo haber sido antes, pero lo que sí se es que la película la llegué a ver casi 10 años después de oír su música. Igual o peor me pasó con Blade Runner, pero ya eso es historia para otro post.

El asunto es que, al poder escuchar la música primero que la película, no me vi influenciado por ninguna imagen, y con cada nota del score pude hacer volar mi imaginación libremente y sin límites. El resultado fue magnifico; tanto así que mi imaginación alcanzó cotas que la película no pudo y eso resultó un poco decepcionante cuando la llegué a ver finalmente.

La banda sonora comienza con un score ambiental que mezcla soberbiamente los instrumentos sintetizados de Vangelis con potentes flautas indígenas que evocan el inminente choque de estas dos culturas, la europea y la americana. El tono de “Opening” es lúgubre, tenebroso y expectante, que da paso a la mejor pieza de la discografía de Vangelis: “Conquest of Paradise”











Qué decir de esa pieza. Que lo tiene todo. Es un himno a la odisea que significó el viaje, y a la grandiosidad del propio descubrimiento de América, ni más ni menos. Es una marcha solemne que abre con la fuerza de un coro mayoritariamente masculino, que representa a la potencia europea surcando el océano atlántico hacia rumbo desconocido. Luego de unas estrofas cantadas por el coro en un idioma pseudo-latín inventado, se abre paso lo que significaría el coro instrumental de la pieza, la parte fuerte y heroica de la canción, dominada por el sonido sintetizado característico (flauta/corno ingles modificado) de Vangelis a nivel: Master of the Universe.    

In noreni per ipe
In noreni cora
Tira mine per ito
Ne domina.

Parte coral de Conquest of Paradise

El repunte potente de los timpani en cada estocada de la flauta/corno sintetizado, marca fuertemente la grandiosidad del viaje mismo, o del momento del encuentro entre los dos mundos (aunque hay una pieza especialmente referente a esa parte). Al escuchar el climax de la canción, la imagen que se viene a mi mente es la de las tres enormes naves españolas surcando el embravecido mar, indetenibles hacia su grandioso destino de hacer historia. En la canción se produce dos veces este momento espectacular y es más que suficiente para convencer de que este Vangelis, el de este disco, marcaría un antes y un después en su discografía.

Para la película, esta canción fue modificada y suavizada en su espectacularidad, pero colocada en el preciso lugar donde yo siempre pensé que estaría: en el momento de la partida desde el Puerto de Palos. Al quitarle espectacularidad a la canción, le quitaron fuerza, y la dinámica de la partida de las carabelas hacia el mar perdió algo de su encanto, a pesar de que en ciertas partes – el sol naranja de la tarde deslizándose por una ventana, mientras los marineros sudorosos hacen rugir y moverse al gran navío – el acoplamiento imagen/música es excelente. Lamentablemente la canción original, tal como Vangelis la concibió, solo se oye al final de la película, durante los créditos.

A esa pieza le sigue la majestuosa “Monastery of la Rabida”, que como su nombre lo indica, está dedicada a resaltar la solemnidad del Monasterio de la Rábida, donde mucho tiempo pasó Colón antes de su viaje. De esta pieza surge el leitmotiv musical de toda la banda sonora de la película. No solo se escucha en las partes relacionadas con los encuentros en el Monasterio, sino en casi todas las introducciones hacia las escenas que se dan en España a campo abierto (que involucran a Colon con sus hijos o su esposa, etc).











A esta pieza le sigue “City of Isabel”, una pieza muy distinta a las demás porque suena como una danza a tres tiempos, que combina los strings fuertes electrónicos habituales de Vangelis con una presencia más marcada las guitarras y mandolinas españolas. Es una pieza muy europea que casi no se deja ver en la película por ser muy puntual.

Tras ella viene “Light and Shadow”, que no forma parte íntegra de la película, pero sus pedazos se escuchan disgregados por algunas escenas en Europa. Es una marcha heroica con un coro femenino marcando el tempo sobre todos los demás instrumentos. Una flauta coquetea con el coro durante la primera parte, y luego abre paso a un segmento coral femenino muy hermoso que se acompaña de un clavicordio en su parte final.


Después viene “Deliverance”, una poderosa pieza ambiental cuyo tempo viene marcado por unas guitarras españolas desafiantes, que acentúan la sensación de tensión de estar esperando por llegar a un destino que parece negarse a ser alcanzado. La canción se escucha durante los momentos en que Colon y los tripulantes de las naves han pasado demasiado tiempo en el mar y no saben hacia dónde se dirigen o si se han perdido en el camino hacia las indias. La tensión es bien sostenida por unos strings oscuros y desoladores de los sintetizadores.

La canción cambia radicalmente hacia un punto heroico cuando entra un coro espectacular, que emerge de la nada como una especie de salvación dentro de la tormenta. En la película, Colon, al momento del motín, hace un ademán de que nada le detendrá en su intención de llegar a las Indias, y de repente, un suceso ambiental sacude a los barcos, haciendo creer a los marineros amotinados que la providencia y Dios mismo va con Colon, lo que salva al navegante de una muerte cantada y le da una cuota más de tiempo. Aunque la versión del album de “Deliverance” esta hecha enteramente para ese momento en especifico, no se utiliza de ese modo en la película y se oye ligeramente modificada.

“West Across the Ocean Sea”, es una canción hermosa cuyo protagonista dorado es una flauta profunda que marca ritmo y melodía. Como su nombre lo indica, marca el rumbo al Oeste a través del Océano, la travesía hacia lo desconocido.

Le sigue a esta pieza la preciosidad de “Eternity”, que es una de las canciones más bellas de Vangelis. En ella suenan, por primera vez desde “Opening”, las flautas indígenas en una especie de canto de cuna que luego se matiza y engrandece con una flauta preciosa que convierte a la canción en un símbolo del encuentro entre dos mundos. En la película se usa exactamente para ese momento, cuando Colon y los marineros se encuentran con la primera tribu indígena del nuevo mundo. Ambas razas se ven cara a cara por primera vez, y en lugar de haber una lucha, se producen risas entre el líder de la tribu y el almirante Colón. Esas risas, y el abrazo de hermandad entre españoles y nativos, dan paso a esta canción, durante la cual se muestra la relación de amistad que empezó a establecerse entre indios y españoles luego de su encuentro.     

 “Hispaniola” es todo lo contrario. Es una canción de lucha, una marcha de guerra. En ella, los repiques de tambor marcan un ritmo de enfrentamiento entre las flautas indígenas y una voz masculina con marcado estilo flamenco. Posterior a la entrada de la canción, la marcha se refuerza con un potente coro de voces mixtas. Por su intensidad, y por ser la canción más representativa del conflicto que plantea la película, “Hispaniola” fue la elegida como la canción de entrada del film, y es la única pieza que suena completa sin interrupciones. La mejor elección de Ridley Scott para arrancar su épica.

A esta canción le sigue una muy misteriosa y oscura llamada “Moxica and the Horse”, que, cuyo nombre lo indica, está dedicada al personaje histórico Adrian de Mujica (Moxica), principal antagonista de Colon, cruel y despiadado representante de la nobleza española en las indias.  Obviamente la canción es una pieza de mucho portento español, por la fuerte presencia de las guitarras con rasgueos flamencos y una voz masculina haciendo gemidos penetrantes en toda su duración. También se dejan oír algunas flautas indígenas en tiempos cortos pero con mucha fuerza, recalcando la tensión del conflicto social que Mujica estaba creando entre indios y españoles, al abusar salvajemente de los primeros. En la película, la canción se oye en las escenas más intensas que involucran a Mujica, interpretado por Michael Wincott, un tipo que toda la vida ha hecho de malo en sus películas. 

El personaje de Mujica es particularmente interesante porque, además de representar a la casta española más pura y salvaje, representa las verdaderas intenciones españolas sobre las islas descubiertas. Colon siempre queda ante Mujica como un mero titere del imperio español, y el noble larguirucho se lo demuestra claramente en cada discrepancia que tiene con el genovés. La declaración final de Mujica viene durante una escena muy importante, donde el noble es acorralado ante un barranco por un grupo de españoles que lo perseguía por haber prendido fuego a una casa de gobierno durante la rebelión de Francisco Roldan en 1499. Justo antes de lanzarse a un barranco, Mujica le dice a Colon: “Tu y tus hermanos, nunca heredaran sus títulos, ustedes no son nada. Nosotros lo somos todo”, quedando bien claro quienes eran los que en verdad mandaban sobre todo aquello.

Luego de esta canción vienen las dos piezas finales del disco que se diferencian del resto por ser muy, según mi criterio, demasiado Vangelis. En “Twenty Eight Parallel”, Vangelis suelta su imaginación, dejándose llevar por su estilo musical del momento y combinándolo con una versión a piano de la emblemática “Conquest of Paradise”. Una canción hermosa por demás pero que no aparece en ninguna parte de la película.

En “Pinta, Niña, Santa Maria (Into Eternitiy)”, que tampoco salió en la película, el viejo griego va un poco más lejos y compone una pieza enteramente electrónica, sazonada con algunos de los sonidos étnicos escuchados en las otras piezas del álbum. Con ésta el barbudo literalmente se suelta el moño y nos deja una joya de 12 minutos de duración de pura calidad nivel Vangelis, o sea, maestro de la música electrónica. En ella juega con algunas notas de “Monastery of la Rabida” y nos lanza la artillería de los mejores sonidos electrónicos de su tiempo, para luego darnos la dosis final de épica con “Eternity” nuevamente, y cerrar redondo el que, para mí, es el mejor álbum y la obra maestra de Vangelis.

Recomendable este álbum para todo el que ame la música instrumental y electrónica. Habla por si solo y a mi parecer nunca necesitó de la película para sobresalir como la magnifica obra que es. Por su parte la película es muy buena también, pero las imágenes casi nunca le hacen justicia a la épica o espectacularidad evocada por su música. Se queda atrás de la partitura y eso siempre me dejó un mal sabor de boca.

La cuestión es que ciertas canciones no están hechas para ser puestas en imágenes sino para ser imaginadas y sentidas, y por eso es que Vangelis está en un plano muy diferente a un John Williams o un Hans Zimmer.

Y helo aquí, mi primer análisis a fondo de una banda sonora. Voy bien… pues adelante.

viernes, 19 de septiembre de 2014

Lánzate, que no esta fría

De niño pasa muchísimas veces. Un montón de muchachitos se arremolinan a la orilla de una piscina con el espejo de agua impoluto, porque nadie se ha atrevido a meterse en ella desde el día anterior. Están todos ahí porque es una fiesta, con piscinada incluida, pero, por una extraña razón, han pasado casi 30 minutos, todos los niños están vestidos con sus trajes de baño, pero absolutamente nadie ha chapoteado el agua.

¿Por qué pasa esto?, porque nadie quiere ser el primero en joderse, ya sea ahogándose por lo hondo, cogiendo una infección por lo sucio, o quedar tullido por el frío del agua del estanque. Todos quieren saber lo que pasa con el primero que se lance, para luego ellos, en manada, seguirle en la diversión.

Por supuesto, al primero nadie lo elige. La situación que se presenta es de lo más extraña porque, mientras nadie se atreva a sacar la cara, la muchachada permanecerá estúpidamente parada frente a una piscina sin tocarla, en una fiesta con “piscinada”. Y ahí pueden quedarse hasta que termine esa fiesta.

Pero siempre puede más la emoción y es cuestión de tiempo que alguien salte. Todos los muchachitos se van a mirar a la cara unos a otros buscando el rostro del más huevón de todos ellos, para luego respirar aliviados cuando el susodicho decida dar el paso al frente.  

¡Chuplún! Listo. Ahí se terminó la tensión y comienza la diversión. Y los padres de esos chicos pueden llegar a pensar que esas tonterías son cosas de niños, pero se equivocan. También son de adultos, y sí, nos vemos igual de estúpidos haciéndolo, y hasta peor porque somos “adultos”, Dah!

En mi conjunto residencial pasó un evento que generó una parálisis colectiva similar a la que sufren los chicos frente a una piscina que nadie ha tocado. Tocó renovar la Junta de Condominio,

Si hay algo más incomodo que vivir en comunidad con gentuza, cuya calidad humana apesta como la caseta de la basura, es tener que verse un día a las caras y elegir de entre ellos a los representantes legales del conjunto. Para semejante misión, reunieron a todos los vecinos que pudieron en la plaza principal del conjunto.

La junta de condominio es como la versión repulsiva, sucia y adulta de la piscina infantil del ejemplo que di antes. Y en esta comparación están las diferencias. En el ejemplo de los niños todos querían lanzarse pero tenían miedo, mientras que a la asquerosa piscina del condominio nadie quería saltar, pero alguien tenía que hacerlo.

Cuando la anterior junta de condominio anunció que debería elegirse en ese mismo momento una nueva junta, la reacción de todos los vecinos fue una fotocopia de la de los niños de la fiesta. Así, nos vimos todos parados ante la abismal pileta de mierda con la misión de elegir a siete representantes (uno por torre), para conformar una nueva junta. Pero nadie podía ser elegido a dedo, había que echarse a la mierda de forma voluntaria.

Y en ese momento todos volvimos a nuestra niñez.

El silencio en el recinto fue sepulcral, pero la gente no paraba de mirarse las caras, como buscando al héroe que alzara su mano y aceptara ser el representante de la torre que les correspondía. Minutos antes nadie quería verle la cara a nadie, pero ante la magnitud del embrollo, ya todos empezaban a parecer simpáticos.

Igual que en la piscina de los niños: “Anda tírate tu”, “dale que tu puedes”, “lánzate que no está fría”, “yo no se nadar”, etc. Antes del primer salto nos caemos bien todos, luego de eso, si te he visto no me acuerdo. Sobraban las simpatías y sonrisas  nerviosas para sacarse el despreciable compromiso que teníamos todos encima. Yo, como siempre, no sonreía.

“Alguien que le eche bola”, fue una expresión que sonó en la reunión, que fue un calco del grito típico de los niños frente a la fría piscina. Pero no tuvo resultado. Nos seguimos mirando por un rato frente al sucio pozo de la junta de condominio, y muchos debieron haber deseado que hubiese habido niños jugando por las cercanías, que rompiesen, con sus gritos, el silencio asfixiante de la incomoda reunión.

Al rato salió un varón, y detrás de él, otros con menos ánimos. Pero no se contagió la emoción y quedó una torre sin representante, y al menos otras tres con representantes a regañadientes. Fue muy poco lo conseguido, y los representantes principales del condominio terminaron siendo los bebedores de licor más irrespetuosos de todo el conjunto. Pero al menos se logró romper el silencio espantoso que había y, por supuesto, luego apareció la camaradería fingida y la echadera de broma entre los vecinos por la elección de la nueva y flamante junta. Igual que en la piscina de los niños, luego, si te he visto….

Es un alivio liberarse de ese tipo de tensiones que nos da el esperar que alguien tome la decisión de dar el primer paso, pues así somos los que seguimos y no lideramos. Nos la damos de vivos creyendo que con el primero que se lance nos beneficiamos los de atrás. En algunos casos, el juego de la piscina nos puede salir como un tiro por la culata, como pasó con nuestro condominio, que puede haber caído en manos equivocadas, ante las risitas cómplices del resto de los vecinos que estuvimos en la reunión.

Porque cuando ya hemos dado el salto, y ya estamos hasta el cuello de mierda, claro que podemos reírnos un segundo e irnos luego cada quien por su lado, chapoteando inocentemente como niños en una piscina. Podemos hacerlo porque, por lo menos, ya la cagamos saltamos.  

Escriba, que algo queda...

He tenido algunos años de pausa creativa. Este blog y su último post son muestra viva de ello. Lo dejé todo a un lado por no encontrar sentido al escribir y no tenía ni un objetivo o un fin concreto. En aquel año tenía ganas de trascender, de ser leído y comentado frecuentemente por mis amigos y lectores fugaces, pero no recibía el feedback esperado.

Creo que en aquel entonces extravié el sentido de lo que hacía. Al principio lo hice para mi mismo, como una especie de catarsis o comunión con el montón de ideas que me fluyen siempre por la cabeza, pero luego convertí el asunto en algo para los demás, para que fuese leído y reconocido por otros, y eso, por supuesto, no pasó. Los blogs están en su mayoría llenos de cosas bastante personales de sus autores, repletos de artículos de opinión, no aptos para todos los públicos. Pero no lo entendí por aquellos tiempos.

En el tramite de estos años me he vuelto padre; tema que podría haber generado un montón de posts de amor paternal; hice un viaje maravilloso a la Patagonia Argentina y al Fin del Mundo cerca del polo sur; me compre mi apartamento y me mudé de mi ciudad, alejándome de mis padres y toda familia cercana; me volví definitivamente un Ateo confeso; y muchas otras cosas más de las que no me acuerdo. En resumen, tuve mucho material para explotar, contar, relatar, y sobre el cual escribir pero, por mi depresión creativa, lo he dejado todo en el tintero. Lamentable.

Ayer me metí en este blog, como quien visita en el cementerio la lápida de un familiar muerto hace años, y releí uno de mis viejos post al azar. Fue una experiencia jocosa, simpática, y muy sentimental, el leer los pensamientos que tenía yo (o mi otro yo)  para que fuese leído y reconocido por otros, y eso, por supuesto, no pasó. Los blogs están en su mayoría llenos de cosas bastante personales de sus autores, repletos de artículos de opinión, no aptos para todos los públicos. Pero no lo entendí por aquellos tiempos.

En el tramite de estos años me he vuelto padre; tema que podría haber generado un montón de posts de amor paternal; hice un viaje maravilloso a la Patagonia Argentina y al Fin del Mundo cerca del polo sur; me compre mi apartamento y me mudé de mi ciudad, alejándome de mis padres y toda familia cercana; me volví definitivamente un Ateo confeso; y muchas otras cosas más de las que no me acuerdo. En resumen, tuve mucho material para explotar, contar, relatar, y sobre el cual escribir pero, por mi depresión creativa, lo he dejado todo en el tintero. Lamentable.

Ayer me metí en este blog, como quien visita en el cementerio la lápida de un familiar muerto hace años, y releí uno de mis viejos post al azar. Fue una experiencia jocosa, simpática, y muy sentimental, el leer los pensamientos que tenía yo (o mi otro yo) cuando era más joven. Al terminar de leer me dije a mi mismo: “si no hubiese escrito esto, se habría perdido en el tiempo, no habría quedado nada para nadie, ni para mi mismo.”

Fue entonces que decidí pasar la página y olvidarme de trascender. Ahora, necesito volver a los orígenes y de escribir nuevamente para mí. Tomo como guía creativa la frase que da título a este escrito: “Escriba que Algo queda”, y por supuesto que sí, siempre queda algo. Que lo digan el montón de post que escribí desde el 2008 hasta el 2010, y se lamenten aquel montón de post que nunca vieron luz desde el 2010 hasta el presente.

Lamentablemente, aquellos fueron pensamientos e ideas que, – tomando las bellas palabras del monólogo final de Rutger Hauer en Blade Runner – “…se perdieron en el tiempo, como lágrimas en la lluvia”. Ya no más.  

Por lo tanto, desde hoy, tengo el orgullo, y la meta personal de rescatar del olvido a estas Realidades y Reflexiones que siempre han formado parte de mí.  

Empecemos...