lunes, 3 de agosto de 2009

El Morbo de la Discordia

Esta es la historia de un personaje muy peculiar que alguna vez formó parte de la familia Guerra-Tovar y que, allá por los años de tanananá, fue protagonista y fomentó uno de los problemas más importantes que se hayan producido dentro de la gran familia de los Tovar. Generó disputas, confrontaciones entre hermanos, referencias sádicas y sexuales además de bromas y chistes de mal gusto solo por su inocente mirada, sus manos juguetonas que daban la impresión de ir hacia otro lado y su extraña carencia de pantalones y ropa interior lo que, en resumidas cuentas, fue el principal detonante de la gran guerra psicológica desatada en la familia. Su nombre de pila: "Fernandito".

Fernandito Guerra Tovar apareció por primera vez en la familia más o menos por el año 1986 y fue bien recibido por el cúmulo familiar de los Guerra-Tovar como el tercer hermano varón del pequeño círculo familiar. Midió menos de 30 cms y tenía cabello amarillo, ojos negros sobre una cara redondeada y sonrozada, con una sonrisa infantil de aquel que no es capáz de romper un plato. Desde chico se vistió con un sueter manga larga color rojo y ese fue el único atuendo que usó en su larga y accidentada vida. Pues Fernandito jamás supo lo que eran las reglas de etiqueta ni como se ponían los pantalones y por lo tanto, decidió andar rueda libre de la cintura para abajo sin que hubiese por ello mayor molestia que el rebote de "aquello" al trotar o su reducida dotación hasta ya bien entradito en años.

Pues bien, Fernandito (alias El Sádico en los bajos fondos), siempre vivió de esa manera y ello nunca molestó o inquietó a los demás integrantes de la familia Guerra-Tovar. Era el hermanito enano, el diminuto con cara regordeta que ayudaba a dormir a mi hermano con una sonrisa en la cara, o mostraba su disgusto frunciendo el ceño cuando algo no le hacía gracia. Y si algo se podía destacar de Fernandito Guerra es que en los momentos más difíciles de su vida jamás frunció el ceño y siempre mantuvo su rostro inocente ante la mirada despreciable y burlista de los prejuiciosos. Jugaba con muñecos de menor talla que él pero de apariencia más cuidada y seria, sin ninguna clase de complejos o temores por andar rueda libre ante la sociedad.

Con el paso de los años, Fernandito se convirtió en el amigo inseparable de mi hermano menor, Goyo. Con él dormía, se bañaba y salía a todas partes sin que eso tampoco generara molestias dentro de la familia Guerra. Los problemas llegaron cuando el hermanito menor de los Guerra hizo su aparición ante el resto de la familia. No recuerdo si el día del encuentro se produjo una revuelta, pero sí se que las fuertes críticas empezaron a aparecer. Que si Fernandito esto, que si Fernandito aquello, que por qué ese niño andaba a la intemperie, que por qué bendita razón no usaba interiores, que para adónde le apuntaban las manos, que si lo que quería era quitarse la camisa por siempre estar a la defensiva, que por qué lo tenía chiquito o por qué tenía más pelo que tamaño, o que por qué no mostraba las nalgas o acaso tenía algo que esconder, que por qué esa mirada inocente cuando sabía bien lo que estaba haciendo, por qué, por qué, por qué era ese niño el mejor amigo de Goyo?.

Los Juicios contra Fernandito por Nudismo Descarado comenzaron de inmediato. Algunos familiares lideraron la casería de brujas mientras otros lo secundaban. Se le acusó de desacato a las reglas de etiqueta de no usar pantalones mientras se está jugando con los G.I Joe o los Transformers, y de mezclar bolas con balas durante los juegos infantiles. Además, se cuestionó seriamente su condición de nudista nato acusándole también de fomentar la homosexualidad en el hermano menor de los Guerra. La más seria de las acusaciones.

Pus sí, se decía que Fernandito era Gay por andar semidesnudo y porque, según sus acusantes, las manos del niño siempre andaban merodeando zonas que no debían. Mi madre, la mayor defensora deFernandito, alegó que aquello era absurdo y que las manos del niño estaban en otro lado, etc, etc. Esta acusación nunca fue esclarecida porque faltó hacer la toma de huellas dactilares de Fernandito en su "coso" y medir la distancia a la que se encontraban las manos del muñeco para ver si sus intenciones eran literalmente "meterse mano".

Los juicios sexuales se intensificaron cuando se dijo que el miembro del muñeco estaba parado y que eso mostraba cosas de tipo sexual que fomentaban la homosexualidad en mi hermano, y en cualquiera que lo tocase. El hecho es que se comprobó que jamás Fernandito fue utilizado por absolutamente nadie para juegos como "sóbalo que te da suerte" o cosas por el estilo. Al parecer, el morbo desmedido de los acusantes fue mucho más allá de los simples deseos de juego de un niño de 2 o 3 años, que sólo se preguntaba por qué todo el mundo quería que botaran a su hermanito menor.

El climax de la disputa llegó en un viaje que se hizo con toda la familia y al que por supuesto Fernandito asistió. Algunos familiares burlones decidieron acabar con la vida del menudo de los Guerra, luego de ver que las acusaciones en su contra no surtían efecto sobre el deseo de mi hermano de seguir jugando con él. Lo tomaron a escondidas y lo botaron detrás de un corotero en un descuido de mi mamá. A la hora de dormir, mi hermano preguntó por Fernandito y mi mamá, al ver que no estaba armó la tángana. Mi mamá amenazó a todo el mundo y los acusó de responsables por la desaparición de Fernandito, y les dijo que si el secuestro no terminaba a la mañana siguiente, nos iríamos de ahí sin dar más explicaciones. El personaje apareció magicamente al día siguiente puesto sobre algunos corotos y como santo remedio, jamás se volvío a mencionar el tema de Fernandito "el sádico".

La vida continuó y como era de esperarse, mi hermano al crecer se despidió de su hermano de la infancia, su compañero, su muñeco adorado que tánto compartió con él y tan lejos le acompañó. Ambos crecimos y Fernandito, el menor de los Guerra, el muñeco de la discordia, pasó a ser un adorno perpetuo en una repisa de una de las bibliotecas de casa. Aun conserva la inocencia en su rostro y el nudismo del cual siempre hizo gala, y siempre está presente como recordatorio de que a veces los adultos estamos tan llenos de ideas erradas y morbosas, producto de una sociedad prejuiciosa y endemoniada hasta la médula, que somos incapaces de reflejarnos en la mente de un niño para por lo menos ver cuáles son sus verdaderos intereses. Juzgamos por como los demás lo hacen y creemos cosas que tal vez solo están pudriendose dentro de nuestra propia mente.

El tiempo absolvió a Fernandito de todos los cargos. Se crearon las leyendas urbanas en torno a su figura: "Desapareció en el mar", "fue prendido en candela", "se declaró agente libre y nadie lo volvió a ver", "lo lanzaron de un barranco" o "lo descabezaron y caparon", además de muchas más. Pero el chico sigue en la repisa, y tal vez el famoso niño nudista algún día sea el centro de mesa de alguna reunión familiar, lo que traería para muchos el recuerdo de lo bueno o lo malo de su existencia. Y al verlo todos comentarán, y tal vez algunos puedan ver que los ojos inocentes de Fernandito siempre han querido decir que la inocencia solo forma parte de la niñez y que, en la cara de un muñeco siempre podrá estar reflejada, pero desafortunadamente en los adultos no.