Dicen por ahí que la musica es la manifestación del alma. Lo chistoso es que quien generalmente dice eso es un musico o sabe de eso. Yo, particularmente me incluyo en el grupo de conocedores "amateur" de la música, y en base a lo que siento a traves de ella puedo decir que sí, que la musica es manifestación del alma. Es nuestro Ser Verdadero, q al ser liberado, abre sus alas de gran belleza para maravillar al mundo con su mera presencia en escena.
Cantar es uno de mis más grandes placeres, y aunque no lo practico como solista, formo parte de una familia de voces sin igual: Un Orfeón. Especificamente el Orfeón Universitario de la UDO Bolivar en el que llevo ya 4 años. Y son esos años los que me han permitido ver pasar por sus filas a tanta gente de diferentes tipos, con diferentes cualidades, personalidades y dones vocales. Muchos de los que estaban cuando empecé ya no están, pero es bonito ver como el Orfeon guarda dentro de sí un mismo espíritu que no se debilita con la partida de sus integrantes.
Hace unos días el Orfeon se presentó en el VIII festival de coros internuecleos de la UDO, emergiendo de las cenizas como Ave Fenix, luego de un fatal año 2006 en el que el Coro de la UDO Bolivar sufrió la peor crisis de integrantes desde hacia ya muchos años. En ese año, el publico no escuchó las voces del orfeón de Bolivar. Por esa razón, en este año, cuando se anunció en la sala la reaparición del Nuevo Coro de la UDO, Núcleo Bolívar, los aplausos sobraron de parte de los demás coros de la universidad, que esperaban con ganas el regreso de las voces de los Guayaneses.
Para los demas orfeones que en el acto estaban presentes, la mayoría de las caras en el Coro de Bolivar eran nuevas. Se colaban entre ellos algunas caras conocidas de festivales pasados, pero en verdad eran pocas. Era claro que este grupo era nuevo, y por sobretodas las cosas, heterogeneo.
Solo compartiendo con los integrantes, durante el viaje, en el hotel, o antes de la presentación, me pude dar cuenta de lo heterogeneo que era esta nueva generación del Orfeón. Las edades de todos eran tan diversas, desde jovencitos de 17 años, pasando por adultos de 25 a 27 años, y los ya mayores de 30 en adelante hasta 50 y tantos años. No recuerdo una generación del orfeon tan híbrida como esa desde que yo formo parte de él.
Esas marcadas diferencias generacionales, ese registro tan amplio de edades, personalidades, mentalidades y gustos, reunidas en un mismo grupo formado con un mismo fin, fue algo que me llenó de emoción por los milagros que puede hacer la musica en la gente.
Las diferencias generacionales se marcaban a cada momento. Recuerdo del festival que los más antiguos del orfeon, cuando no había ensayo y todo era relajo, nos sentabamos por un lado regocijándonos en el chismorreo y hablando de cosas propias de nuestra edad, mientras los jovencitos del orfeon se hacía su propio grupo por otro lado hablando de sus cosas de chamitos. Mientras los viejos tomabamos bebidas poderosas como cerveza, "destornilladores" o "cocoloco" a cuenta del hotel, los chicos bebian refresco y cocada fría. Mientras nosotros paseabamos por el hotel criticando a quien se atravesara, los jovencitos se bañaban en la piscina jugando inocentemente, dando rienda suelta a su juventud. Eramos diferentes totalmente, pero estabamos unidos por la musica.
Es sorprendente lo cierto del refran que dice que la musica es el lenguaje universal.Y lo vi con mis propios ojos cuando esos grupos de personas tan diferentes, al momento de cantar como un orfeon, se transformaron en las cuatro voces que al unísono dan belleza a una canción. Un Tenor de 17 años al lado de otro de 27, una Soprano de 24 al lado de una de 18, un Bajo de 19 al lado de otro de 30, una Contraalto de 17 al lado de otra de 50. Sin distinciones, sin diferencias, salvo las 4 voces de un solo corazon. Musica de ese corazón que nos llenó de vida y alegría por volver a ser lo que eramos.