martes, 22 de enero de 2008

Mi hijo va a ser...


Hace dos días estaba en una típica charla de oficina con dos de mis compañeras de trabajo, hablando de todo un poco, pero más que todo tonterías del día a día y de algunas cosas que solo a las mujeres se les ocurre hablar. Yo trato de no involucrarme cuando la charla se hace demasiado femenina, pero en cierta forma es inevitable meterse en esas conversaciones cuando el 90% de tus compañeros son féminas. Es como el dicho, “si no puedes con ellos, úneteles”, pero sinceramente a veces debo ponerme los audífonos y aislarme de ese mundo porque, para calarse todo un día lo que esas mujeres hablan hay que tener las que te conté bien puestas para no terminar uno pintándose las uñas y uniéndose al clan. Jajaja, hombres de Marte y las mujeres de Venus, en el medio, la Tierra.

Pero fuera de juego, lo que si es cierto es que las féminas nos llevan leguas adelante a los hombres sobre lo que a percepción del mundo respecta. Yo, al igual que todos los hombres, soy un gran despistado y a veces no percibo ciertas lecciones o enseñanzas hasta que las tengo en la cara. Mila muchas veces me abre los ojos al mundo cuando estoy obtuso sólo haciendo uso esa sensibilidad hacia todo, que solo la mujer posee.

Pues bien, fue en una de esas tantas conversaciones profundas con mis compañeras de trabajo cuando se atravesó un tema trascendental que siempre me llamó la atención pero que nunca me había tomado la molestia de discutirlo en público. Trataba sobre el afán que tienen algunos padres de que sus hijos pequeños sean cuando crezcan, así sea obligado, unos genios en algún tipo de actividad artística.

Quién no ha escuchado alguna vez a una madre/padre , o a unos pre-padres, decir: “A mi hija la voy a meter en ballet desde chiquita! Para que cuando crezca sea una gran bailarina”, o en el caso de un varón decir: “A mi hijo lo voy a meter a jugar pelota desde compotica para que sea un gran pelotero cuando crezca”. Frases así son tan comunes como el café con leche en la mañana, así como comunes son los oficios para los cuales los postulan (bailarina, pelotero, futbolista, karate, natación, ajedrez, etc), volviéndose costumbre el hecho idealizar a los hijos en posiciones altísimas, cómo genios y estrellas, cuando ni siquiera han aprendido a caminar.

El ver a sus niños haciendo una jugada extraordinaria o un acto de baile sorprendente ante los aplausos efusivos del público es algo que llena a los padres de emoción. De hecho, yo no tengo hijos, y de solo imaginarlo me emociona. Pero, ¿por qué ese afán de que nuestros hijos resalten de esa manera? Por qué sus aplausos se sienten como nuestros aplausos? ¿Por qué razón hasta antes de nacer, algunos le ponen a sus hijos la misión y meta de ser algo en su futuro que ellos mismos no tendrán claro hasta dentro de algunos años? ¿Será un deseo reprimido de nosotros mismos de resaltar pero que jamás pudimos llevar a cabo?, o será algo más?.

Ahora bien, entre toda esa maraña de preguntas sin respuestas, que ya rayan en el campo del psicoanálisis, salta una simple y hasta absurda preguntita que me hago cada vez que oigo esa sentencia de “mi hijo va a ser…” : ¿Alguien por casualidad le ha preguntado al niño o niña si le gusta esa cosa llamada ballet o si en verdad tiene ganas de jugar pelota desde chiquito?. Posiblemente no… los bebés no hablan. Yo creo que si los bebés tuvieran el don de palabra desde pequeños, apenas escucharan la frase esa de sus padres de que “mi hijo va a ser…”, estoy seguro que desde chicos les responderían: Tu lo que estas es loco papá/mamá! Yo quiero divertirme, jugar con mis amigos, con mis juguetes. Anda a jugar pelota tu! Anda a bailar ballet tú! ¿Por qué no eres pelotero tú?. O en los casos más críticos le dirían: Papá/mamá ¿por qué no agarras tu guante de béisbol, lo enrollas y te…. Jajaja, mejor me quedo hasta ahí.



Ah!, pero hay padres de padres, y no todos los padres son iguales Yo creo que para estos casos hay dos tipos de padres. Los primeros, y los más comunes, son los padres que ven en su hijo pequeño un potencial enorme hacia un área específica y buscan, de la mejor manera, que ellos la exploten con su ayuda. Esta actitud de los padres es un deseo muy profundo de que su hijo explote al máximo todas sus capacidades y habilidades. El problema de esto es que el niño muchas veces no emite su opinión acerca del asunto y sigue el camino que se le está trazando sin entender claramente a dónde le llevará todo esto. Los otros padres, y creo que son los verdaderamente locos, son aquellos que le ponen al hijo/hija un guante y un uniforme de pelotero o de ballet con zapatillas encima sin siquiera haber nacido el infante. Estos, creo yo, son los más caídos de la mata, y los que se llevan las mayores decepciones cuando su retoño crece y les dice en su cara: PAPA/MAMA, A MI NO ME GUSTA ESO!!. Suena duro, pero es la respuesta más justa que puede dar alguien a quien no se le preguntó si le gustaba lo que hacía.

Ahora bien, ¿y los resultados qué? ¿Cual porcentaje de esos niños que son obligados a ser algo que no les gusta, llegan realmente a serlo? Y si llegasen a serlo, ¿cual es el porcentaje de niños que les gusta ser lo que son? Aquellos que disfrutan lo que hacen. Muchos padres resuelven esa pregunta simplemente diciendo: Cuando crezca le va a gustar y se va a dar cuenta que valió la pena!. Uy, pero ¿Cuánto de cierto hay en eso?.

A mi me dan mucha risa esos padres que, por ejemplo, dicen que su hijo va a ser pelotero y el chamo tiene apenas 6 meses de nacido. Ahora yo pregunto, como sabes tu que ese muchacho va a saber lanzar una pelota de béisbol?. Y si cuando crezca ese muchacho no sirve para eso pues simplemente no tiene los genes para jugar pelota?. Ese último caso es el más común pues casi siempre ocurre que los padres que quieren que su hijo o hija sea pelotero o bailarina jamás en su niñez jugaron béisbol o fueron bailarinas. Y ahí viene la pregunta: ¿Cómo carrizo vas a esperar que tu hij@ tenga un brazo de 90 mph o baile como Mary Cortéz si tu jamás agarraste una pelota ni bailaste? De donde crees que le saldrá la condición?.

Entonces aparecen los padres que por milagro de Dios son bendecidos con un hijo con capacidad extraordinaria para algo que ellos jamás practicaron ni tuvieron capacidad. En ese caso lo que juega en contra es el ambiente donde crece el niño, porque cómo vas a lograr que tu hijo ame algo o le guste algo si en tu hogar el ambiente necesario no existe?. Hijo de gato caza ratón la mayoría de las veces aunque no sea siempre. El niño difícilmente será un Karateka consagrado si en casa nadie sabe siquiera cuál cinta viene despues de la verde y no puede reforzársele de alguna forma su gusto por ese deporte. El mayor aprendizaje viene de la familia y el gusto o disgusto por lo que se hace se genera ahí, en el hogar.

Sin embargo, y fuera de todo lo malo o perjudicial que pueda existir dentro de esa actitud de nuestros padres, muy en el fondo, la razón por la cual ellos lo hacen es para que nosotros seamos mucho más de lo que ellos lograron ser. Yo creo que ese es el gesto más hermoso que uno como hijo podría recibir, pero, como padre, hay que saber manejarlo con el pequeño, porque no a toda niña le gustará la música ni el baile, ni a todo niño le gustará una pelota de béisbol. Muchos niños no son hábiles para algunas cosas pero resultan ser unos genios natos para otras, por eso, como padre uno debe esperar sin obligar, y enseñar sin imponer. Muchas cosas saldrán con la enseñanza, pero las más importantes vendrán solas.

lunes, 14 de enero de 2008

Adios al color de rosa

Hace dos días me tomé mi tiempito y decidí echarme un paseo por las salas de cine de Pto Ordaz para ver una pelicula que valiera la pena ver. No estaba depre, por lo que los dramas y llantos no me llamaban la atención. No tenía el coraje de enfentar mis miedos con un sádico film de terror. Tampoco tenía la testosterona a millón como para calarme una culebra de esas de acción donde los héroes transpiran aceite de motor y escupen ácido de batería, y mucho menos tenía ganas de sentarme a ver un largometraje de corte político que me hiciera pensar mucho en las grandes telerañas que teje la politica y la conspiración, pues de eso tengo todos los días de la semana en mi trabajo. Por lo tanto, no tenía muchas opciones para ver más alla de las comedias infantiles o las sacarinozas comedias románticas.


Mire mire y mire y solo veía a Alvin y las Ardillas, Bee Movie, Entrenando a Papa y otros caramelitos infantiles, por lo que ya me estaba volviendo loco de solo ver las opciones. Mi hermano me había hablado de una pelicula en particular que - según él - era muy buena, que era para cag.... de las risas, y que bueno, estaba en cartelera. No es que confíe en el juicio de mi hermano, pero si para él la pelicula era demasiado chistosa significaba que la acidez con que abordaba su trama debía ser enorme, y si era así, pues entonces ya tenía un punto a su favor en mi peliculómetro. Adoro el humor ácido. Pero la pelicula no aparentaba eso, más bien parecía un cuento de hadas de vieja data con marca Disney patentada. La susodicha era ni más ni menos que "Enchanted" o "Encantada". Milangeli y yo no teniamos idea de con qué se comía eso pero, a juzgar por las demás opciones, esa parecía ser la más adecuada para nuestro humor del día.


Ya yo tenía cierta idea sobre el asunto, era la historia de una princesa de cuentos de hadas - con el ridículo nombre de Giselle - que por efecto de una maldición de... adivinen quién: Una Malvada Bruja por supuesto, cae de repente en el cruel mundo real. Era un gancho bastante interesante pero un tanto extraño para ser una pelicula de los hiperdulzones estudios Disney.


Cuando entramos yo pensé que veríamos una comedia de traspies y enrredos chistosos de una desubicada princesita más perdida que el hijo de Limberg en las calles de New York. Ante eso yo pensé: Bueno, al menos espero reirme de un tropezón o de un chiste sucio que le hagan a la pobre Giselle!, pero en un microsegundo recordé algo de la trama que había leido en internet y me di cuenta de que lo que esta por ver era una comedia romántica. Particularmente yo detesto muchisimo ese genero, por estar siempre tan alejado de la realidad. Generalmente en esas peliculas tanto los romances como los chistes son jalados por los cabellos, a menos que dicha comedia tenga bien puestos los pies sobre la tierra, y son contados los casos. Creo que todos en la sala sabían que esa pelicula era una comedia romántica menos yo. Hasta Milangeli debía saberlo porque no me advirtió nada y como sabe que no me gustan y a ella le encantan se quedó callada y me dejó caer enterito en la trampa.

Mi prejuicio fuerte hacia ese género me hizo estar a la defensiva los primeros minutos de película. No habían comenzado los títulos cuando yo pensaba: De que se tratará esto Dios?. Y luego Disney se encargó de hacerme enterrar las uñas en el asiento. OJO: si el que lea esto no ha visto la pelicula mejor no siga leyendo. Ok. Como decía, la pelicula comenzó de la forma más típica y más grotesca en que una pelicula de Walt Disney podía empezar: La historia de una princesa soñadora - de comiquita - a lo Blancanieves rodeada de animales saltarines, parlanchines, que vivía en una casita en la pradera esperando a su amor, adivinen quíen: El Principe claro está. La niña parloteaba, bailaba y sobretodo: CANTABA!! mientras los animales le hacían los coros de las hiperdulsisimas canciones. Yo estaba que me lanzaba de uno de los balcones laterales de la sala porque esas tipicas peliculas me las había visto toditas de pequeño: Cenicienta, Blancanieves, Peter Pan, Fantasia, Merry Popins, etc, y lo que me que dió al escuchar esas cancioncitas cursis de nuevo fue un escalofrio de pronóstico. Yo sabía que la pelicula luego cambiaría el formato pero si ese era el comienzo, cómo sería el final.



Lo bueno de mi paciencia fue que luego sería recompensada. El principio de la película resultó ser una burla de Disney hacia su propio estilo de hacer películas edulcoradas. La princesa Giselle efectivamente cae en el Nueva York moderno, una ciudad donde ni los animales cantan ni existen casitas de pradera tipo Heidi. Desde que llega a la gran ciudad como novia de pueblo, el bello vestido de matrimonio blanco de Giselle deja de ser brilloso para convertirse en un mugriento e incómodo estropajo oloroso a alcantarilla. Todo eso sin contar que un maloliente mendigo roba su corona, quedando la princesa a media calle bajo un tremendo chaparrón de agua. Mas deprimente imposible.

Ante la adversidad, ella decide esperar que su prometido, El Principe, al cual solo conoce desde hace un día, la salve de ese horrible y extraño mundo al que llegó. Su actitud de princesa de cuento la hace lucir en nuestro mundo como una perfecta ridícula o una loca de perinola, lo que resulta ser lo más divertido del film. Ver a la tipica princesita de nuestros tan odiados cuentitos de hadas dar cipotazos por no saber caminar en una calle con un vestido de 3 mts de largo x 2 de ancho, ser robada por una vieja charlatana de un parque, o cantarle a un cucarachero y a un nido de ratas para que limpien una casa no tiene precio. Es un sueño hecho realidad.

Sin embargo, en el trajín de su viaje por el mundo real conoce a un hombre de ciudad, demasiado realista para creer en cuentos que esta comprometido con una mujer demasiado realista como para vivir un cuento. Giselle, al conocerlo, aprende de ese hombre que la vida no es puro color de rosa y que no se puede "vivir felices para siempre" sin que eso amerite un esfuerzo de la pareja. Giselle entonces comprende que un hombre no es tu verdadero amor(El Principe) solo porque te rescató de la muerte en un blanco corsél. El amor a simple vista no existe como tal, solo existe el amor que se genera entre dos, que se cultiva y se trabaja para que perdure en el tiempo. Giselle, a cambio, le enseña a su amigo que la vida no es solo las metas y los logros, sino que hay magia en ella, que los sueños son posibles y que al amor, además de trabajarlo, hay que sentirlo en el fondo del corazón como la mayor fuerza que existe. Es en ese entonces donde el mensaje principal de "Enchanted" se hace visible: "En la fantasía siempre debe haber un toque de realidad, y en la realidad siempre debe haber un toque de fantasía". Así deberíamos ser nosotros, así deberíamos vivir nuestras vidas. Con tal mensaje la pelicula valió la entrada además de que resultó ser extremadamente cínica y sobretodo chistosa. Mi prejuicio una vez más estuvo equivocado.

Mucha gente se obsesiona con su trabajo y siente que su vida gira en torno a metas y a objetivos, dejando de un lado la imaginación, los sueños y el amor. Ese es un balance que deberíamos tener para ser personas más felices. Los niños son todo eso, pura imaginación, sueños grandiosos y amor. Pero lo perdemos al crecer. Pensamos que la vida misma se resume al dinero, a lo material y abandonamos nuestra esencia.

El mensaje de Encantada es un corte directo y sarcastico al estilo absurdo que solía tener Disney de contar historias. Bailes, cantos, pajaritos volando, felicidad por doquier que hasta se hacía repugnante cual pastel con exceso de dulce. El ser humano está en evolución, y la revolución tecnológica le ha dicho a los cuentos de hadas de Disney: Hey, qué ridiculez es esa? Felices para siempre? Quien va a creerse semejante tontería cantada con coreografía y todo?. Los estudios Disney captaron el mensaje de la sociedad, porque Encantada, aún con sus canciones, bailes y demás parafernalia, de verdad que nos hace reir y creer, pero no creer en los cuentos de hadas con animales que cantan, mundo color de rosa y principes valientes, sino creer en que el amor auténtico existe y que los sueños son posibles dandole a nuestro rudo y tosco mundo un toque de fantasia.

jueves, 3 de enero de 2008

Llanto de Fin de Año, una emoción cargada de reflexion

Feliz Año 2008 para todo el mundo!!. Bueno, que buenas fiestas estas las de navidad y final de año donde la panza crece solo con el fin último de acrecentar la voluntad propia de querer rebajarla a penas entre el nuevo año. Si, la palabra "NUEVO" año supone varias cosas que muchos solemos tomar al pie de la letra como ese motor de cambio en la vida respecto al año anterior, en busqueda de una mejora personal para con nosotros y para con el prójimo. Esas bonitas promesas de fin de año que muy pocos logran cumplir a cabalidad, pues la vida sigue dando duro sin importar el año en el que estemos, y nos da siempre de formas diferentes. No es para nada una reflexión triste, sino una realidad muy pero muy cierta.



El simple hecho de llegar al final de un año suele despertar en muchas personas una ansiedad impresionante. A penas suenan las 12 campanadas del despertar del nuevo año, una emoción, que a veces se traduce en llanto, se apodera de muchas personas, abriendo paso a un despertar interior en la gente que tal vez pocas veces pudo verse durante el año anterior. Es el despertar de una reflexión que tal vez dure mucho, o tal vez dure muy poco. Es el llanto del que hablo que, ya sea de felicidad o tristeza, nos hace pensar finalmente de forma reflexiva contrastando nuestro pasado con el futuro incierto. Es el momento de tomar conciencia de nuestras acciones, de lo que nos pasó, de aquello que nos tocó el corazón, momento de pensar en los que estan con nosotros y en los que ya se fueron, para dar gracias a Dios por las bendiciones recibidas durante el año que se fue.



Lo malo de eso es que la capacidad que tenemos todos en ese momento de dar gracias a Dios por todo lo bueno y lo malo y reflexionar sobre ello, en muchos de nosotros no se traduce en agradecimiento diario a Dios por las constantes bendiciones que tenemos. Y de nuevo me incluyo en ese particular grupo de personas que no suele dar gracias "al de arriba" por lo que nos da cada día. Ya sea por equis motivo de nuestra ajetreada vida, pasamos por alto la simple bendición de estar vivos. Y esa, si señor, es una bendición diaria. Es cierto que el 31 de diciembre de cada año nos sentimos más vivos que nunca, y que nuestras energias siempre aparecen repotenciadas al comienzo del año nuevo, pero la realidad de las realidades es que aunque muchos lloremos y reflexionemos en ese corto día del adios de un viejo año, nuestra vida merece más de un día para ser vista con los ojos de la reflexión y la humildad de un agradecimiento a Dios por darnos un día mas de respiro vital.


Me he dado cuenta que escribiendo este blog no solo me he convertido en una persona más reflexiva sino también en alguien más espiritual. Y me alegra pues yo creo que mientras más reflexivos somos mas espirituales nos volvemos, pues empezamos a ver que tanto las pequeñas cosas de la vida como las muy grandes, traen consigo una lección de vida que solo Dios sabe poner de la forma más sutil y exacta en nuestro camino. El hombre siempre encuentra a Dios en cada puerta que la ciencia logra abrir, y pienso que podemos ir encontrandonos cada vez más con Dios con cada puerta que nuestra mente logra abrir hacia el mundo, hacia nuestra vida como seres espirituales.


Doy gracias a Dios por darme un año más de vida junto a mi familia y mis seres queridos, aunque las gracias por todos los días a veces se me pase por alto. Sorry Jefe