viernes, 24 de julio de 2009

Confidente Soledad


Era uno de esos días en los que no estaba pensando en la inmortalidad del cangrejo por la cantidad de oficios que el trabajo me proporciona, cuando de regreso a mi hogar en mi acostumbrado viaje de una hora, salió a relucir entre mis compañeros de viaje una conversación sobre la posibilidad de que existan personas que no se comuniquen con nadie, que prefieran la soledad y que disfruten el vivir de esa manera. Somos cinco las personas que vamos en ese carro y tres de ellas aseguraron de inmediato que no es posible que el ser humano pueda existir en total soledad física y de pensamiento. Los otros dos restantes eran el que trajo el tema a la mesa de discusión, el cual aseguraba que ello era posible, y yo, que como típico librano que analiza demás antes de hablar, salvé mi voto y de momento no dije nada.

Tal vez porque nuestras típicas conversaciones de viaje no llegaban nunca a hondar temas demasiado profundos, o porque seguramente mi mente estaba en ese momento en otro lugar (tal vez en casa), no me di cuenta de que la conversación de mis compañeros se había tornado interesante y estaba rozando un tópico de mi particular interés. La soledad.

Mi compañero y único defensor de su teoría decía que un amigo suyo (o amigo de su amigo, creo que la conversación la agarré desde ahí), disfrutaba sobremanera el hecho de vivir solo. Era un hombre mayor y divorciado, que disfrutaba el hecho de no compartir su cama ni su vida con nadie, le encantaba andar solo, y pasar su vida de esa forma, como un “alma libre” sin ataduras. Mi compañero defendía su teoría como si fuese propia, tal vez porque el mismo es bastante dado a la infidelidad y como hombre preparado para un golpe mortal por una mentira descubierta, tal vez había vislumbrado en algún momento su futuro en soledad. Los tres detractores, que dada la casualidad eran todas mujeres, defendían la versión de que nadie en este mundo puede vivir así. Una o dos de las tres no estaba segura si el termino “puede” era más adecuado que el “debe”, pero la más clara de ellas defendía su tesis diciendo que el ser humano no puede jamás vivir así porque eso no está en su naturaleza, puesto que el hombre fue hecho para comunicarse y vivir en sociedad.

A esas alturas estaba la conversación y yo todavía estaba pensando qué decir porque, a diferencia de mis compañeros, estaba analizando ambas caras de la moneda antes de tal vez emitir una opinión intermedia en el asunto. Estaba claro que el término “alma libre” formaba parte de un deseo muy personal de mi compañero masculino de que el otro término “soledad” sonara más bonito dentro del antepuesto “divorciado”. Pero había cosas ciertas en lo que decía: Existen personas así. Por otro lado, las chicas, influenciadas negativamente por esa supuesta “alma libre”, soltaban también sus defensas, bastante débiles, pero con algo de cierto también: La naturaleza del hombre es vivir en sociedad y fuimos hechos para comunicarnos entre sí.

Pero las chicas habían cometido el error de utilizar el “puede” en lugar del “debe” al decir que personas así no pueden existir. Execraron el dicho de que “de todo hay en la villa del señor” y optaron por negar la posibilidad de que los solitarios por naturaleza pudiesen existir. Así que la discusión solo trató sobre la probable inexistencia de gente así, y desdeñó la enmarañada y, a la postre, más interesante trama de por qué pueden existir personas así. Por lo que el asunto solo quedó en un “Yo si creo que existan” y en un “Yo creo que no”. Ante eso solo pude responder: Yo si creo que hay gente así.

Pero mi mente no se quedó ahí. Prosiguió con la discusión íntima del por qué existen los solitarios si en verdad estamos hechos para relacionarnos. Por qué alguien prefiere abstraerse del mundo para vivir en solitario cuando hay tanta gente con quienes compartir. Irónicamente, al decidir discutir conmigo mismo el tema que en grupo no habíamos continuado, estaba asumiendo una posición de una persona particularmente atraída por los pensamientos en soledad. Por eso en ese momento dejé de pensar y cambié el tema.

En mi infancia, yo viví solo cuatro años de mi vida como único hijo y el resto de ella, de alguna forma u otra la he vivido acompañado de personas. Sin embargo, aún siendo adulto mi relación con estas siempre ha sido limitada y definida por tiempos o ratos muy cortos de socialización, ligados con largos períodos de distanciamiento o abstracción. Podría decirse entonces que soy un solitario? No lo se, tal vez es una parte fundamental de eso que llamamos “vivir en soledad”. Un solitario en potencia podría ser?. Para poder vivir en soledad, se debe poder vivir con algo menos que tus propios pensamientos, y tolerar la inexistencia de otros con quienes poder conversar. Entonces aquellos que pueden (o prefieren) desentenderse del mundo, logrando vivir a gusto con sus propios pensamientos, somos entonces unos “solitarios potenciales”?

Posiblemente, pero vivimos en sociedad. Nuestra mente se abstrae pero no somos solitarios. Nos gusta la compañía y muchas veces compartir con otros lo que nuestra curiosa mente es capaz de pensar durante momentos a solas (léase pues este blog por ejemplo). Somos potenciales porque nuestra mente al menos es capaz de vivir a solas, y muy importante, ese es el grado de soledad en el que nos gusta vivir.

Yo creo que la soledad va por grados y por gustos, y todo parte de la disposición de nuestra mente a estar solos. Dicen que la soledad para muchos es el despertar creativo. Que en los ratos a solas se han creado libros, novelas, obras maestras, sinfonías, y demás solo por el encuentro de cada uno con las ideas en su mente. Y es que en verdad, el mundo a veces es demasiado ruidoso.

Están aquellos cuyo grado de deseo de soledad es muy alto y se separan del mundo, yéndose a vivir lejos de la gente a un rancho o a las montañas, sin oportunidad de hablar con más nadie que con el viento. De buenas a primeras hablar con el viento suena estúpido, pero si uno se traslada a la mente de una de esas personas, es posible entender un poco lo que desean. Pienso que estas personas no desean compartir con otros humanos, ya que su plano es tal vez superior. Desean compartir con la naturaleza, con la tierra o más allá, con el Universo. Están entonces locos? Para nada, son tal vez las personas más felices del mundo, solo que simplemente comparten pero no con nosotros.


Creo que el ser humano no solo está hecho para vivir en sociedad y relacionarse con otros. Pienso que el ser humano está hecho para vivir de cualquier manera, conviviendo ya sea con sus pensamientos, con objetos, animales o con la naturaleza. Eso no podemos evitarlo. Creo que es cuestión de percepción y gusto de cada quién el convivir con lo que mejor le parezca.

Cuando pensaba sobre el tema en el carro, por un segundo me vino a la mente la imagen del Naufrago. Un hombre de sociedad, lleno de tareas y relaciones con otras personas que de repente se vio perdido en una isla por 4 años. Era un hombre de cálculos, de números y de mucho hablar. Su naturaleza era esa. La isla lo convirtió en un ermitaño sin quererlo y para eso tuvo que adaptarse. Fue una situación de soledad obligada que debió asumir a su manera para no enloquecer. No era un hombre espiritual, ni naturalista, era un hombre de contratos, relaciones y de tiempo. No era su deseo desaparecer de la sociedad. Por eso, para mantener su estilo de vida y no enloquecer, tomó una pelota de voleyball, le dio nombre y la convirtió en su mejor amigo. Primero él solo le hablaba a ella, pero luego con el paso de los años él aprendió a que ella le contestara. Aprendió a vivir con sus pensamientos de la manera más astuta. Se mantuvo de igual manera calculando los meses del año en una piedra y los metros de cuerda y palos que necesitaría para escapar de ahí. De otro modo habría enloquecido.

Es que no todos están hechos para vivir a solas, y cuando son puestos en esa situación, tienden a desesperarse al extremo de enloquecer. Me pregunto, cómo actuaría mi hermano si de repente lo sacase de su ajetreado trabajo en Caracas y lo encerrara en su cuarto aquí en mi aburrida ciudad?. Creo que se volvería loco porque la soledad para él es inaceptable. En cambio para mi es fuente de inspiración.
No es que este sea el caso, pero existen aquellos que están tan in en nuestro mundo que una bolsa plástica volando acariciada por el viento es simplemente eso: una absurda bolsa, pero hay otros que ven en la bolsa la cosa más bella del mundo por significar aquel inalcanzable anhelo del ser humano de poder ir y vivir como una simple hoja acariciada por el viento, libre, y solo este hecho para ellos es reconfortante. Como bien he dicho antes es cuestión de percepción. Sin duda hay aislamientos que son nocivos producto de una percepción enfermiza de la sociedad pero, la soledad, cuando es realmente disfrutada, resulta ser la puerta a un mundo mucho más amplio que el que estamos acostumbrados a ver.