lunes, 7 de diciembre de 2009

Jugar a la Realidad

Para nadie es un secreto el avance tecnológico que han alcanzado los videojuegos hoy en día. En las propagandas y en todas partes se pueden ver secuencias de acción dignas de una película, interpretadas por personajes diseñados por computadora con una calidad histriónica excepcional y con un impacto emocional enorme sobre el usuario. La evolución ha llevado alcanzar una similitud con nosotros que abruma y asusta a la vez, inclusive hasta al más letrado en lo que a experiencia con videojuegos se refiere.

Yo particularmente me considero a mi mismo como un fanático y vicioso acérrimo de los videojuegos de consolas de última generación, específicamente de aquellos que en Estados Unidos llevan una clasificación conocida como “M”, para significar “mature” o “adulto”, y que son a los efectos los que cuentan actualmente con mayores fanáticos y detractores por sus altos contenidos de violencia, acción, sexo y vulgaridad. Por algo son considerados para “adultos” y por algo no tienen nada que ver con un plomero italiano de braga y gorro rojo que come hongos y mata dragones por el amor de una princesa.

En Venezuela la cultura del videojuego no es tan grande como en otros países, debido principalmente al alto costo de las consolas de última generación (XBOX360, PLAYSTATION 3, WII), y al precio de sus juegos, sin embargo, hace pocos días salió a la luz una ley que por primera vez en la historia (creo) hace mención sobre los videojuegos. Dicha ley es muy directa y simplemente prohíbe de forma categórica la venta de videojuegos que tenga contenido de carácter violento o que fomente la violencia.

En mi carácter de agraviado, por ser un jugador vicioso de toda clase de videojuego de corte “mature”, me dispongo a opinar sobre tan mentada ley que a partir del 1ero de enero del 2010 bajará la Santamaría de la violencia en las consolas de última generación.

Particularmente creo que aquel que jamás ha jugado un videojuego debe abstenerse a opinar o tomar decisiones de esa clase, porque simplemente carecerá de objetividad y tal vez no esté dando una solución al problema sino más bien empeorando la cosa. Yo estoy seguro que la cuerda de viejos del parlamento jamás ha oído hablar de Medal of Honor, Grand Theft Auto, Metal Gear, o Tomb Raider, por nombrar solo algunos de los juegos de corte violento que han existido. Tal vez han tomado la decisión porque han visto a sus hijos pegados al TV en sus casas cayéndose a plomo con 50 mil mutantes, o descabezando zombis a placer con una navaja oxidada, y eso posiblemente les pareció suficientemente violento como para ponerle un coto al asunto con el espaldarazo del propio presidente, que ese sí, jamás debe haber jugado un videojuego.

Prohibir de forma categórica algo casi nunca da buenos resultados. El ser humano se explota a través del morbo, y las cosas prohibidas fomentan el interés hacia ellas más que alejarlo. Cuando a un niño se le dice NO toque algo, el chico intuirá que eso prohibido es de importancia y probablemente sea divertido tomarlo. Prohibirle a una jovencita de 16 años salir con amigos o tener novio, solo fomentará más su deseo por hacer lo que se le ha prohibido. El morbo de la incertidumbre, el morbo de lo desconocido, mueven fuertemente los intereses de la gente.

Solo por eso ya la primera decisión tomada está errada y llevará al mundo de los videojuegos en nuestro país a la clandestinidad. Hay quien dice que si a alguien se le ocurriera legalizar las drogas, estas causarían menos estragos de los que causan actualmente, simplemente porque ya no contarían con el factor del “morbo” que causa su prohibición. Con los videojuegos, por ser igualmente adictivos, pasara probablemente lo mismo, y lo prohibido se volverá más interesante.

Violencia en una consola



Por otro lado, casi todos los juegos habidos y por haber tienen un corte “violento” ya sea en mayor o menor grado. Está en su naturaleza porque me atrevo a decir que la violencia está en nuestra naturaleza, y tal vez es lo que los hace atractivos para nosotros en primera instancia. Y eso no tiene que ver solo con los juegos de última generación, sino desde siempre. La cultura cambió radicalmente y la sociedad es más dinámica, más mundana y los niños de antes (nosotros) y los de ahora quieren más, más y más. Es irremediable porque ya el mundo ha tomado ese camino, y la cultura no cambia de forma obligada, forzada, ni mucho menos en poco tiempo.

Para muestra un botón. La industria del videojuego ha evolucionado a la par de nuestro crecimiento y el paso de las generaciones. Los nuevos usuarios piden más, y la industria les da más. Piden más violencia, piden más realismo, piden más acción, mejores gráficos, más explosiones y ¿que obtienen?, exactamente lo que piden. Porque la industria no va a crear juegos que a los jugadores no les vaya a gustar, y siguen siendo violentos porque nunca, nunca, los jugadores nos hemos quejado porque lo sean. La violencia, la vulgaridad y el sexo están en la tele, y simplemente queremos estar más cerca de ellas en la comodidad de nuestra casa.

Objetivamente yo me atrevo a decir que los videojuegos han sido un mal para la sociedad, al igual que la Internet, la televisión y todo lo demás, porque me pongo a analizar qué nos han dado todos estos inventos y llego a la conclusión que ha sido exceso de información. Nos han conectado con nuestra realidad y nuestra propia naturaleza, y por eso el curso de los acontecimientos ya está escrito y no podrá evitarse con directrices meramente prohibitivas de un modo de disfrute ya arraigado en la sociedad.

Es claro que el interés del gobierno es evitar que la violencia en los niños entre por casa con los videojuegos, porque no es lo mismo que juegue un adulto a que juegue un niño, sin embargo, dicha decisión a mi parecer se tomó muy tarde, ya que, como bien he dicho, la violencia en los videojuegos viene intrínseca desde sus inicios. La palabra “matar” estoy seguro de que jamás se había escuchado con tanta ligereza en la boca de un niño antes de la invención de los videojuegos.

Además, la violencia en los juguetes como las pistolas y en los juegos típicos como “policias y ladrones”, antes de la llegada del videojuego, delata nuestra naturaleza violenta, y el videojuego se encargó de dar el espaldarazo para que la violencia en nosotros tuviera rienda suelta. Cuántas veces hemos escuchado a niños o a nosotros mismos al jugar decir “te maté”, “me mataste”, “verga me mataron”, o “te moriste”. Nadie percibe la magnitud de esas palabras porque el común denominador de un videojuego es relacionar el hecho de “morir” con el famoso “game over” que indica que el juego se terminó. No significa que la persona murió o que el personaje de hecho murió, sino que el juego se terminó. Es claro que este grado de insensibilidad hacia la muerte solo se adquiere jugando.

Es por esas cosas que he estado diciendo que el jugar videojuegos nunca ha sido algo inofensivo. Y es mucho menos inofensivo ahora que la realidad está al alcance de la mano. Antes, por ejemplo, con Mario BROS, un niño podía distinguir muy fácilmente la realidad de la fantasia ya que el personaje combatía con personajes imposibles o monstruos con facciones caricaturescas. Pero ahora, la avalancha de la tecnología nos pone al alcance juegos de guerra altamente realistas donde se pelea a plomo limpio contra personas de apariencia real, que sangran, respiran, lloran al hacerles daño, y estos juegos llevan implícito un contenido táctico (y de sugestión) bastante avanzado que podría dejar boquiabierto a cualquiera que no lo haya visto antes.

Llamado al deber?

Yo soy un jugador fanático, pero también analizo mucho el trasfondo potencialmente peligroso que pueden tener algunos juegos. La calificación de “Mature” a un juego (prohibido para niños) no basta para que un pequeño tenga acceso a este, ya sea por Internet o por medio de un adulto, por lo que la violencia sigue estando a su alcance, y mucho más en un país del tercer mundo donde no hay restricciones de clasificación y muy pocos le prohíben a un niño que compre un juego como Call of Duty.

Call of Duty, o Llamado al Deber en español, es una saga de juegos de guerra de corte realista que inició hace algunos años con juegos basados en episodios específicos ambientados en hechos de la Segunda Guerra Mundial. Estos juegos son del tipo conocido como “shooter” en el cual el jugador juega siempre desde un punto de vista de primera persona como si viese a través de los ojos del personaje que utiliza. Esto imprime una carga de realidad enorme ya que de recibir un balazo o un golpe, se puede ver cómo la bala da en nuestro cuerpo o cómo la culata de una pistola de un enemigo da en nuestra cara, esto sin mencionar que el personaje percibe los efectos propios del golpe o balazo como desorientación, visión borrosa, sangre etc. De igual manera, estos efectos los podremos causar a nuestros enemigos, pudiendo ver desde la mira de nuestra arma como matamos a un adversario de varios disparos al cuerpo o de un certero disparo a la cabeza. El contenido emocional es enorme.

Los Call of Duty siempre contienen gran información histórica acerca de los episodios que se juegan, lo que hace sentir que se está en dicha época combatiendo por ejemplo al régimen Nazi. Igual fidelidad histórica tienen las armas y su utilización lo que potencia el sentido de realidad del que lo está jugando, y este sentido de realidad ha sido llevado hasta extremos inusitados con el último Call of Duty de la saga.

El último juego de la saga considero que alcanza el climax de violencia y sentido de la realidad que puede tenerse en un videojuego y proporciona al usuario un manojo de armas hiperrealistas dentro de un contexto de guerra moderna cuya intensidad emocional me ha hecho creer, por momentos, que no se trata de un juego sino de un simulador de realidad. Los creadores del juego tuvieron asesoría directa de los Navy Seals y de los Marines del ejército Norteamericano para el diseño y utilización de las armas del juego lo que me ha confirmado la posible existencia de elementos subliminales dentro de este juego y los anteriores.

Call of Duty: Modern Warfare 2, se desarrolla en varios frentes de guerra actuales y en otros que podrían existir dentro de algunos años. Afganistán, Rusia, Brasil, Alaska, y la mismísima Casa Blanca en Washington D.C en suelo norteamericano, son los campos de guerra moderna de este impactante juego, lleno de intrigas, amenazas de ataques nucleares, traiciones y toda la información táctica que un futuro soldado de la US Navy pudiera necesitar antes de su enlistamiento en la vida real.

Y es que tal vez esté pecando de desconfiado (y por eso tal vez me enrolen en la lista de partidarios de las teorías de la conspiración), pero creo que todos estos juegos, y en especial este, tienen la firme intención de preparar tácticamente al jugador en técnicas especializadas de asalto y empleo de armas ante una posible amenaza armada que pueda obligar (en el caso de USA) al tío Sam a desempolvar su gran sombrero y con su dedo desafiante comience a buscar nuevamente combatientes para una nueva guerra de alcance mundial.

Esta vez cualquier potencial Marine, joven, jugador de Call of Duty, antes de ser enrolado, ya tendría un entrenamiento previo en armas, manejo y puntería, así como una desarrollada insensibilidad al dolor ajeno y tolerancia hacia la muerte y a las situaciones extremas. Yo creo que los SEAL y los Marines no ayudan en vano y la idea muy de fondo es preparar al jugador para ser un guerrero completo antes de cualquier guerra. Si no es así cómo es posible que un civil como yo, que nunca tuvo entrenamiento militar, pueda saber que para poder disparar un rifle de francotirador Dragunov sin riesgo de fallar se debe contener la respiración justo antes del disparo, o que para disparar un fusil de largo alcance con mira telescópica hay que tomar en cuenta la dirección del viento y la variación del ángulo de tiro por causa del efecto Coriolis. Son conocimientos avanzados que se adquieren jugando y que preparan al jugador para una posible guerra dándole un entrenamiento, previo al menos, en el uso del armamento.

Proteger al Inocente

Sin embargo, Modern Farware 2 ha llegado más lejos y ha puesto en las manos del jugador, no solo la posibilidad de matar a soldados enemigos sino también, y por primera vez en un juego, a civiles inocentes. Una escena del juego donde el jugador forma parte de una masacre de civiles en un aeropuerto en Moscú, ha generado una controversia enorme en todo el mundo, y la empresa creadora del juego lo sabe puesto que dentro del mismo ha colocado la opción para que el jugador decida si quiere o no jugar esa parte. Sin embargo, el morbo por saber qué tan cruda es la escena lleva a muchos a elegir jugarla y por ende se encuentran ante el sádico escenario de tener que disparar a mansalva a un grupo de civiles comprando boletos de avión o escapando despavoridos por la ola de disparos que se produce en el aeropuerto. La sensación que se tiene es grotesca, y aunque se sabe que no se está disparando realmente a personas, el jugador está acostumbrado a que siempre ha tenido que disparar a aquel que también le está disparando y que es su enemigo. El ánimo de disparar que mueve al jugador se debe a que este siempre está siendo atacado pero en este caso particular, los civiles no atacan, y es uno el que debe iniciar la carnicería sin ningún otro motivo que el que mueve la historia del juego.

Soy un jugador adulto y estoy claro que en la vida real jamás agrediría a una persona inocente, sin embargo, me tomé el tiempo de jugar la escena del aeropuerto porque quería saber las sensaciones que me produciría estar en una situación así. El resultado es perturbador, principalmente porque se cuenta con una arma para nada discreta (una ametralladora) para cumplir con la misión. Gente despavorida a quien se debe disparar por la espalda y ajusticiar cuando se le tenga más cerca, tumultos de gente al que hay que acribillar a balazos es el escenario más fatal posible, y hay que tener sangre muy fría o tener bien claro que se trata de un juego para ejecutar algo de tan baja categoría como eso. Yo pertenezco al segundo grupo de personas y disparé a placer por estar tranquilo de que “juego es juego” y nada es cierto, pero, ¿qué sucede con aquellos que pertenecen al primer grupo y no lo saben?, o aquellos que no saben aún a qué grupo pertenecen, como los niños. Da miedo preguntárselo uno mismo y de verdad que da miedo de que un “juego” como Modern Warfare 2 llegue a sus manos.

Sociedad – Suciedad
Por eso retomo el tema de que un videojuego ya no es algo inofensivo. En las sociedades débiles las personas débiles caen más rápido en las trampas de la sugestión. Tragedias como la de Columbine se producen por el deterioro de un ser humano dentro de una sociedad en decadencia que no le comprende, donde se pierde el respeto por el prójimo y la personalidad y la mente se deforman a tal punto de que un crimen se convierte en juego y el juego a su vez se convierte en crimen.

Para el gobierno es más fácil prohibir los juegos violentos que regular la venta según un régimen de clasificación como el americano o el europeo. Se tendría que crear un departamento que controle y garantice el cumplimiento de la regulación y esto al estado le saldría tal vez “muy costoso”. Por eso es más fácil usar una fuerza pública como la policía o la guardia nacional para llegar a un sitio, y decomisar todo juego violento que haya (no se cómo podrán separar lo violento de lo no violento), y destruirlo como la ley manda, aunque luego los funcionarios “decomisadores” se guarden algunos de esos CDs para poner al alcance de sus propios hijos los juegos más “cabilla” del mercado. La ironía de esta sociedad que niega a regañadientes su propia naturaleza.

Jugar videojuegos ya no es tan “jugar” como lo era antes, y ya se puede hablar de “vivir” un videojuego porque ahora tienen la capacidad de sumergir al usuario en sus intrincadas y absorbentes tramas realistas, que lo hacen sentir que se vive la historia y no que solamente se juega. El peligro de los videojuegos no está en su pasado sino más bien en su futuro porque su desarrollo tecnológico cada vez nos está poniendo más cerca de nuestra realidad, y sinceramente la realidad de nuestra sociedad es mucho más oscura, grotesca y sucia que PAC-MAN, una simple pelota amarilla que comía pepitas y fantasmas para ganar una partida que era premiada solo con fresas y manzanas.

lunes, 3 de agosto de 2009

El Morbo de la Discordia

Esta es la historia de un personaje muy peculiar que alguna vez formó parte de la familia Guerra-Tovar y que, allá por los años de tanananá, fue protagonista y fomentó uno de los problemas más importantes que se hayan producido dentro de la gran familia de los Tovar. Generó disputas, confrontaciones entre hermanos, referencias sádicas y sexuales además de bromas y chistes de mal gusto solo por su inocente mirada, sus manos juguetonas que daban la impresión de ir hacia otro lado y su extraña carencia de pantalones y ropa interior lo que, en resumidas cuentas, fue el principal detonante de la gran guerra psicológica desatada en la familia. Su nombre de pila: "Fernandito".

Fernandito Guerra Tovar apareció por primera vez en la familia más o menos por el año 1986 y fue bien recibido por el cúmulo familiar de los Guerra-Tovar como el tercer hermano varón del pequeño círculo familiar. Midió menos de 30 cms y tenía cabello amarillo, ojos negros sobre una cara redondeada y sonrozada, con una sonrisa infantil de aquel que no es capáz de romper un plato. Desde chico se vistió con un sueter manga larga color rojo y ese fue el único atuendo que usó en su larga y accidentada vida. Pues Fernandito jamás supo lo que eran las reglas de etiqueta ni como se ponían los pantalones y por lo tanto, decidió andar rueda libre de la cintura para abajo sin que hubiese por ello mayor molestia que el rebote de "aquello" al trotar o su reducida dotación hasta ya bien entradito en años.

Pues bien, Fernandito (alias El Sádico en los bajos fondos), siempre vivió de esa manera y ello nunca molestó o inquietó a los demás integrantes de la familia Guerra-Tovar. Era el hermanito enano, el diminuto con cara regordeta que ayudaba a dormir a mi hermano con una sonrisa en la cara, o mostraba su disgusto frunciendo el ceño cuando algo no le hacía gracia. Y si algo se podía destacar de Fernandito Guerra es que en los momentos más difíciles de su vida jamás frunció el ceño y siempre mantuvo su rostro inocente ante la mirada despreciable y burlista de los prejuiciosos. Jugaba con muñecos de menor talla que él pero de apariencia más cuidada y seria, sin ninguna clase de complejos o temores por andar rueda libre ante la sociedad.

Con el paso de los años, Fernandito se convirtió en el amigo inseparable de mi hermano menor, Goyo. Con él dormía, se bañaba y salía a todas partes sin que eso tampoco generara molestias dentro de la familia Guerra. Los problemas llegaron cuando el hermanito menor de los Guerra hizo su aparición ante el resto de la familia. No recuerdo si el día del encuentro se produjo una revuelta, pero sí se que las fuertes críticas empezaron a aparecer. Que si Fernandito esto, que si Fernandito aquello, que por qué ese niño andaba a la intemperie, que por qué bendita razón no usaba interiores, que para adónde le apuntaban las manos, que si lo que quería era quitarse la camisa por siempre estar a la defensiva, que por qué lo tenía chiquito o por qué tenía más pelo que tamaño, o que por qué no mostraba las nalgas o acaso tenía algo que esconder, que por qué esa mirada inocente cuando sabía bien lo que estaba haciendo, por qué, por qué, por qué era ese niño el mejor amigo de Goyo?.

Los Juicios contra Fernandito por Nudismo Descarado comenzaron de inmediato. Algunos familiares lideraron la casería de brujas mientras otros lo secundaban. Se le acusó de desacato a las reglas de etiqueta de no usar pantalones mientras se está jugando con los G.I Joe o los Transformers, y de mezclar bolas con balas durante los juegos infantiles. Además, se cuestionó seriamente su condición de nudista nato acusándole también de fomentar la homosexualidad en el hermano menor de los Guerra. La más seria de las acusaciones.

Pus sí, se decía que Fernandito era Gay por andar semidesnudo y porque, según sus acusantes, las manos del niño siempre andaban merodeando zonas que no debían. Mi madre, la mayor defensora deFernandito, alegó que aquello era absurdo y que las manos del niño estaban en otro lado, etc, etc. Esta acusación nunca fue esclarecida porque faltó hacer la toma de huellas dactilares de Fernandito en su "coso" y medir la distancia a la que se encontraban las manos del muñeco para ver si sus intenciones eran literalmente "meterse mano".

Los juicios sexuales se intensificaron cuando se dijo que el miembro del muñeco estaba parado y que eso mostraba cosas de tipo sexual que fomentaban la homosexualidad en mi hermano, y en cualquiera que lo tocase. El hecho es que se comprobó que jamás Fernandito fue utilizado por absolutamente nadie para juegos como "sóbalo que te da suerte" o cosas por el estilo. Al parecer, el morbo desmedido de los acusantes fue mucho más allá de los simples deseos de juego de un niño de 2 o 3 años, que sólo se preguntaba por qué todo el mundo quería que botaran a su hermanito menor.

El climax de la disputa llegó en un viaje que se hizo con toda la familia y al que por supuesto Fernandito asistió. Algunos familiares burlones decidieron acabar con la vida del menudo de los Guerra, luego de ver que las acusaciones en su contra no surtían efecto sobre el deseo de mi hermano de seguir jugando con él. Lo tomaron a escondidas y lo botaron detrás de un corotero en un descuido de mi mamá. A la hora de dormir, mi hermano preguntó por Fernandito y mi mamá, al ver que no estaba armó la tángana. Mi mamá amenazó a todo el mundo y los acusó de responsables por la desaparición de Fernandito, y les dijo que si el secuestro no terminaba a la mañana siguiente, nos iríamos de ahí sin dar más explicaciones. El personaje apareció magicamente al día siguiente puesto sobre algunos corotos y como santo remedio, jamás se volvío a mencionar el tema de Fernandito "el sádico".

La vida continuó y como era de esperarse, mi hermano al crecer se despidió de su hermano de la infancia, su compañero, su muñeco adorado que tánto compartió con él y tan lejos le acompañó. Ambos crecimos y Fernandito, el menor de los Guerra, el muñeco de la discordia, pasó a ser un adorno perpetuo en una repisa de una de las bibliotecas de casa. Aun conserva la inocencia en su rostro y el nudismo del cual siempre hizo gala, y siempre está presente como recordatorio de que a veces los adultos estamos tan llenos de ideas erradas y morbosas, producto de una sociedad prejuiciosa y endemoniada hasta la médula, que somos incapaces de reflejarnos en la mente de un niño para por lo menos ver cuáles son sus verdaderos intereses. Juzgamos por como los demás lo hacen y creemos cosas que tal vez solo están pudriendose dentro de nuestra propia mente.

El tiempo absolvió a Fernandito de todos los cargos. Se crearon las leyendas urbanas en torno a su figura: "Desapareció en el mar", "fue prendido en candela", "se declaró agente libre y nadie lo volvió a ver", "lo lanzaron de un barranco" o "lo descabezaron y caparon", además de muchas más. Pero el chico sigue en la repisa, y tal vez el famoso niño nudista algún día sea el centro de mesa de alguna reunión familiar, lo que traería para muchos el recuerdo de lo bueno o lo malo de su existencia. Y al verlo todos comentarán, y tal vez algunos puedan ver que los ojos inocentes de Fernandito siempre han querido decir que la inocencia solo forma parte de la niñez y que, en la cara de un muñeco siempre podrá estar reflejada, pero desafortunadamente en los adultos no.

viernes, 24 de julio de 2009

Confidente Soledad


Era uno de esos días en los que no estaba pensando en la inmortalidad del cangrejo por la cantidad de oficios que el trabajo me proporciona, cuando de regreso a mi hogar en mi acostumbrado viaje de una hora, salió a relucir entre mis compañeros de viaje una conversación sobre la posibilidad de que existan personas que no se comuniquen con nadie, que prefieran la soledad y que disfruten el vivir de esa manera. Somos cinco las personas que vamos en ese carro y tres de ellas aseguraron de inmediato que no es posible que el ser humano pueda existir en total soledad física y de pensamiento. Los otros dos restantes eran el que trajo el tema a la mesa de discusión, el cual aseguraba que ello era posible, y yo, que como típico librano que analiza demás antes de hablar, salvé mi voto y de momento no dije nada.

Tal vez porque nuestras típicas conversaciones de viaje no llegaban nunca a hondar temas demasiado profundos, o porque seguramente mi mente estaba en ese momento en otro lugar (tal vez en casa), no me di cuenta de que la conversación de mis compañeros se había tornado interesante y estaba rozando un tópico de mi particular interés. La soledad.

Mi compañero y único defensor de su teoría decía que un amigo suyo (o amigo de su amigo, creo que la conversación la agarré desde ahí), disfrutaba sobremanera el hecho de vivir solo. Era un hombre mayor y divorciado, que disfrutaba el hecho de no compartir su cama ni su vida con nadie, le encantaba andar solo, y pasar su vida de esa forma, como un “alma libre” sin ataduras. Mi compañero defendía su teoría como si fuese propia, tal vez porque el mismo es bastante dado a la infidelidad y como hombre preparado para un golpe mortal por una mentira descubierta, tal vez había vislumbrado en algún momento su futuro en soledad. Los tres detractores, que dada la casualidad eran todas mujeres, defendían la versión de que nadie en este mundo puede vivir así. Una o dos de las tres no estaba segura si el termino “puede” era más adecuado que el “debe”, pero la más clara de ellas defendía su tesis diciendo que el ser humano no puede jamás vivir así porque eso no está en su naturaleza, puesto que el hombre fue hecho para comunicarse y vivir en sociedad.

A esas alturas estaba la conversación y yo todavía estaba pensando qué decir porque, a diferencia de mis compañeros, estaba analizando ambas caras de la moneda antes de tal vez emitir una opinión intermedia en el asunto. Estaba claro que el término “alma libre” formaba parte de un deseo muy personal de mi compañero masculino de que el otro término “soledad” sonara más bonito dentro del antepuesto “divorciado”. Pero había cosas ciertas en lo que decía: Existen personas así. Por otro lado, las chicas, influenciadas negativamente por esa supuesta “alma libre”, soltaban también sus defensas, bastante débiles, pero con algo de cierto también: La naturaleza del hombre es vivir en sociedad y fuimos hechos para comunicarnos entre sí.

Pero las chicas habían cometido el error de utilizar el “puede” en lugar del “debe” al decir que personas así no pueden existir. Execraron el dicho de que “de todo hay en la villa del señor” y optaron por negar la posibilidad de que los solitarios por naturaleza pudiesen existir. Así que la discusión solo trató sobre la probable inexistencia de gente así, y desdeñó la enmarañada y, a la postre, más interesante trama de por qué pueden existir personas así. Por lo que el asunto solo quedó en un “Yo si creo que existan” y en un “Yo creo que no”. Ante eso solo pude responder: Yo si creo que hay gente así.

Pero mi mente no se quedó ahí. Prosiguió con la discusión íntima del por qué existen los solitarios si en verdad estamos hechos para relacionarnos. Por qué alguien prefiere abstraerse del mundo para vivir en solitario cuando hay tanta gente con quienes compartir. Irónicamente, al decidir discutir conmigo mismo el tema que en grupo no habíamos continuado, estaba asumiendo una posición de una persona particularmente atraída por los pensamientos en soledad. Por eso en ese momento dejé de pensar y cambié el tema.

En mi infancia, yo viví solo cuatro años de mi vida como único hijo y el resto de ella, de alguna forma u otra la he vivido acompañado de personas. Sin embargo, aún siendo adulto mi relación con estas siempre ha sido limitada y definida por tiempos o ratos muy cortos de socialización, ligados con largos períodos de distanciamiento o abstracción. Podría decirse entonces que soy un solitario? No lo se, tal vez es una parte fundamental de eso que llamamos “vivir en soledad”. Un solitario en potencia podría ser?. Para poder vivir en soledad, se debe poder vivir con algo menos que tus propios pensamientos, y tolerar la inexistencia de otros con quienes poder conversar. Entonces aquellos que pueden (o prefieren) desentenderse del mundo, logrando vivir a gusto con sus propios pensamientos, somos entonces unos “solitarios potenciales”?

Posiblemente, pero vivimos en sociedad. Nuestra mente se abstrae pero no somos solitarios. Nos gusta la compañía y muchas veces compartir con otros lo que nuestra curiosa mente es capaz de pensar durante momentos a solas (léase pues este blog por ejemplo). Somos potenciales porque nuestra mente al menos es capaz de vivir a solas, y muy importante, ese es el grado de soledad en el que nos gusta vivir.

Yo creo que la soledad va por grados y por gustos, y todo parte de la disposición de nuestra mente a estar solos. Dicen que la soledad para muchos es el despertar creativo. Que en los ratos a solas se han creado libros, novelas, obras maestras, sinfonías, y demás solo por el encuentro de cada uno con las ideas en su mente. Y es que en verdad, el mundo a veces es demasiado ruidoso.

Están aquellos cuyo grado de deseo de soledad es muy alto y se separan del mundo, yéndose a vivir lejos de la gente a un rancho o a las montañas, sin oportunidad de hablar con más nadie que con el viento. De buenas a primeras hablar con el viento suena estúpido, pero si uno se traslada a la mente de una de esas personas, es posible entender un poco lo que desean. Pienso que estas personas no desean compartir con otros humanos, ya que su plano es tal vez superior. Desean compartir con la naturaleza, con la tierra o más allá, con el Universo. Están entonces locos? Para nada, son tal vez las personas más felices del mundo, solo que simplemente comparten pero no con nosotros.


Creo que el ser humano no solo está hecho para vivir en sociedad y relacionarse con otros. Pienso que el ser humano está hecho para vivir de cualquier manera, conviviendo ya sea con sus pensamientos, con objetos, animales o con la naturaleza. Eso no podemos evitarlo. Creo que es cuestión de percepción y gusto de cada quién el convivir con lo que mejor le parezca.

Cuando pensaba sobre el tema en el carro, por un segundo me vino a la mente la imagen del Naufrago. Un hombre de sociedad, lleno de tareas y relaciones con otras personas que de repente se vio perdido en una isla por 4 años. Era un hombre de cálculos, de números y de mucho hablar. Su naturaleza era esa. La isla lo convirtió en un ermitaño sin quererlo y para eso tuvo que adaptarse. Fue una situación de soledad obligada que debió asumir a su manera para no enloquecer. No era un hombre espiritual, ni naturalista, era un hombre de contratos, relaciones y de tiempo. No era su deseo desaparecer de la sociedad. Por eso, para mantener su estilo de vida y no enloquecer, tomó una pelota de voleyball, le dio nombre y la convirtió en su mejor amigo. Primero él solo le hablaba a ella, pero luego con el paso de los años él aprendió a que ella le contestara. Aprendió a vivir con sus pensamientos de la manera más astuta. Se mantuvo de igual manera calculando los meses del año en una piedra y los metros de cuerda y palos que necesitaría para escapar de ahí. De otro modo habría enloquecido.

Es que no todos están hechos para vivir a solas, y cuando son puestos en esa situación, tienden a desesperarse al extremo de enloquecer. Me pregunto, cómo actuaría mi hermano si de repente lo sacase de su ajetreado trabajo en Caracas y lo encerrara en su cuarto aquí en mi aburrida ciudad?. Creo que se volvería loco porque la soledad para él es inaceptable. En cambio para mi es fuente de inspiración.
No es que este sea el caso, pero existen aquellos que están tan in en nuestro mundo que una bolsa plástica volando acariciada por el viento es simplemente eso: una absurda bolsa, pero hay otros que ven en la bolsa la cosa más bella del mundo por significar aquel inalcanzable anhelo del ser humano de poder ir y vivir como una simple hoja acariciada por el viento, libre, y solo este hecho para ellos es reconfortante. Como bien he dicho antes es cuestión de percepción. Sin duda hay aislamientos que son nocivos producto de una percepción enfermiza de la sociedad pero, la soledad, cuando es realmente disfrutada, resulta ser la puerta a un mundo mucho más amplio que el que estamos acostumbrados a ver.

martes, 16 de junio de 2009

PARADOXIA: Crónica de un Viajero del Tiempo

Día 11 de octubre del año 2170 D.C, Laboratorio de Pruebas CRONOS. Hora: 8:00 am.
Primera prueba de la máquina del tiempo. Aparato inventado en el año 2163 y perfeccionado para el uso humano a finales del año 2169. Hasta la presente fecha se han enviado toda clase de cosas a través del tiempo, libros, plantas, música, animales, pero jamás a un ser humano.

Hora: 8:15 am. Mismo lugar y época.
Me dispongo a realizar mi primer viaje a través del tiempo con el fin de probar la existencia de las paradojas temporales. He tomado una de las obras más famosas del dramaturgo William Shakespeare, “Hamlet”, y he decidido que mi primer viaje será al año 1598, al poblado de Bishopsgate en St. Helen, Inglaterra, tres años antes de que el prominente escritor empezara a desarrollar su maravillosa obra. Mi intención: Encontrarme con Shakespeare y hablarle de su futura creación.

Día 19 de agosto del año 1598, Bishosgate, Inglaterra. Hora: 7:15 pm.
He llegado al poblado y la época programada. Estoy frente a la casa de Sir William, varios arrieros me guiaron para encontrarle. Cargo el libro en mi mano. Voy a tocar la puerta.

Hora: 8:12 pm. Mismo lugar y época.
He entablado una amena conversación con el gran William Shakespeare en la sala de su casa. Le he contado que soy un dramaturgo amateur, que ha estado viajando mucho por toda Europa buscándolo para mostrarle su nueva obra, y que me gustaría que por favor le diera un vistazo. Shakespeare se dispone a tomar el libro pero al momento de intentar tocarlo, su mano se desvanece. El escritor, horrorizado por lo que ha visto, se aleja del libro y de mí, chocando con todo lo que encontraba a su paso con tal de no estar cerca del libro. Su rechazo fue inmediato. Me corrió de la casa con el libro. Jamás lo pudo tocar. Con mayúscula sorpresa en mis ojos, acababa de presenciar la primera negación natural a una paradoja temporal.

El viaje en el tiempo hacia atrás trae consigo repercusiones sobre el universo y sobre las personas involucradas en el hecho que se busca alterar. Según sea el caso, las consecuencias y repercusiones afectan a pocos o a muchos, dependiendo del árbol caótico que se origine luego del cambio. En el caso de Shakespeare, no pudo ni tocar el libro cuando ya el universo estaba empezando a borrarlo de la faz de la tierra. Era su obra maestra aún no pensada por él. Estaba a punto de leerla y de ahí se desprendía el hecho imposible.

Shakespeare iba a caer en la conocida Paradoja del Creador, puesto que, como único autor del libro, iba a interferir con su propio destino al leer una obra suya antes de inventarla. La paradoja es esta: Si William S. hubiese podido tomar el libreto y leerlo, lo más probable es que le hubiese encantado, a tal punto de tal vez pedírmelo de regalo. Yo se lo habría dado, y podrían haber pasado dos cosas: O jamás decide escribir una historia como la de Hamlet, ya que otro se le adelantó y de excelente manera; o simplemente, decide copiarla al carbón y hacerse famoso con las ideas de otro. ¿Otro? ¿Ese libreto no estaba escrito por Shakespeare en primer lugar?. Si la maravillosa idea de Sir William vino de un viajero del tiempo del futuro que le entregó la historia con todo escrito, entonces ¿quién fue el autor de la novela? Nadie, entonces qué hace la novela allí? La paradoja de tiempo cíclico causaría el resquebrajo dimensional que bien habría podido acabar con la existencia de Shakespeare o la mía, puesto que si éste decide no escribir nunca nada, no hay objeto para que esa obra fantasma o mi persona estén parados en ese tiempo hablando con él, por ende, tanto el libro como yo, nos hubiésemos desvanecido al momento de hacer contacto con el gran escritor. El primer relato, fue solo uno de los posibles resultados catastróficos del viaje en el tiempo hacia atrás.

Día 9 de Octubre 2170, Laboratorio de Pruebas CRONOS. Hora: 8:15 am.
Luego de la traumática experiencia con William Shakespeare, he decido alterar una parte de la historia reciente afectando un hecho más trascendental: El ascenso de Hitler al poder en Alemania. Mi intención: Viajar a Alemania, al año 1937 y asesinar a Adolf Hitler antes de que éste ponga en marcha la invasión a Polonia que dio comienzo a la Segunda Guerra Mundial. Su muerte previa, evitaría la guerra y por consiguiente el genocidio de judíos en el Holocausto, además de salvar miles de vidas en todo el mundo.

Día 23 de julio del año 1937, Berlin, Alemania. Hora: 9:30 am. He llegado a Alemania, y con ayuda de equipo de camuflaje, me he infiltrado en un edificio alto cerca de una concurrida plaza en Berlin. Hitler, está por salir de otro edificio cercano hacia su carroza escolta. Tengo un rifle de francotirador puesto en la azotea del edificio listo para acabar con su vida cuando lo tenga a tiro.

Hora: 10:22 am. Misma locación. Hitler sale del edificio acompañado por parte de la Guardia Policial, la Gestapo rumbo hacia su vehículo. Enfilo el arma hacia su rostro. Voy a disparar. Se nubla la mira. La limpio y enfoco nuevamente. Voy a apretar el gatillo. Extrañamente se traba. Hitler sigue avanzando hacia el auto. Levanto el arma y acomodo el gatillo, la coloco de nuevo en su puesto, aún hay tiempo. Apunto, y respiro para disparar. Justo al momento del disparo, una paloma golpea el arma desviando el tiro de su trayectoria. El estruendoso sonido, alerta a la Gestapo y al Fuhrer poniéndolos en alerta y escapatoria. Hitler sale con vida del atentado.

Un lente empañado, un gatillo trabado, una paloma descarada. Todas estas circunstancias ocurrieron coincidencialmente en el justo momento en que estaba a punto de cambiar la historia del mundo. Coincidencia o predeterminación del Universo para impedir la modificación del curso de la Historia?.

Existe una teoría sobre la imposibilidad de las paradojas que habla de que si fuese posible viajar hacia atrás e intentáramos revertir un hecho con el cuál estamos directamente involucrados, hay la posibilidad de que el Universo, mediante un ordenamiento temporal y dimensional, imposibilite el cambio. Esto es porque el cambio forma parte de una línea temporal que afectaría al viajero, y representa el motivo principal por el que éste ha hecho su viaje.

Si hubiese matado a Hitler, lo más probable es que, en mi caso particular, yo me hubiese desvanecido al momento de hacerlo, y el resto del mundo se reordenase por efecto dominó hacia un nuevo futuro sin Guerra. Mi muerte ha podido deberse a muchas causas: Tal vez mi abuelo, por no haber tenido que viajar a pelear con los Aliados, se quedó en la casa, y murió a manos de unos ladrones que querían quitarle sus zapatos por allá en el año 1941. O tal vez en un accidente, o por enfermedad, solo por el simple hecho de quedarse en casa por no existir la Segunda Guerra Mundial.

Tal vez no todos, pero sí algunos de los que pelearon en la guerra y sobrevivieron, lo mejor que les pudo pasar fue estar ahí. En la guerra el destino los puso en un riesgo enorme, pero tal vez los salvó de una muerte segura en otro lado bajo circunstancias más simples. Entonces, bajo este esquema de la Teoría del Caos, yo estaba destinado a estar jodido con la muerte prematura de Hitler. Tal vez si no se hubiese trancado el arma o aparecido la paloma, mi dedo se habría desvanecido antes de disparar tal como le pasó a Shakespeare antes de tocar su obra.

El hecho es que para el viajero, la causa de su viaje no puede desaparecer cronológicamente. Hitler debe ascender al poder para que todo suceda, y en el futuro sea la causa del viajero para regresar. Sin Hitler en el mapa del tiempo, no hay razón ni motivo para que el viajero retroceda en el tiempo a matarlo. Pero entonces, ¿cómo pudo matarlo si jamás viajó?. Entonces Hitler vive y sigue y sigue y sigue la paradoja.

Día 5 de Octubre del 2170, Laboratorio de Pruebas CRONOS. Hora: 8:00 am. Me dispongo a realizar mi tercer y último viaje, aún sin respuestas claras sobre las paradojas. Mi intención: Conocer a mi padre cuando era joven, sin que sepa que soy su hijo, para enseñarle a superarse en la vida y así acomodar y mejorar su futuro y el mío. Pero justo antes de viajar acabo de pensar algo curioso. Mi hijo pequeño en este momento tiene 5 años y le gusta la ciencia, yo tengo 37 y jamás nadie me ha visitado a mi presente con las mismas intenciones que tengo yo con mi padre de visitarlo en el pasado. Mi vida es difícil y nadie ha venido a aconsejarme sobre mi futuro incierto.
Fundamentado en esto, empiezo a pensar más allá y tampoco he escuchado en las noticias sobre gente del futuro viniendo a nuestro presente (pasado para ellos). ¿Qué quiere decir esto? ¿Las paradojas definitivamente son imposibles y por eso no hay mella de un viajero del futuro que haya cambiado algo de nuestro presente?. Ahora bien, ¿Qué hay que cambiar de un tiempo presente? Si el futuro está escrito por qué no ha venido nadie?. O en todo caso, ¿será posible que no tengamos visitantes del futuro en nuestro presente porque simplemente ellos aún no han creado una maquina capaz de hacer eso? Si es así entonces cómo rayos es que existe en este momento esta máquina en la que acabo de viajar?. Creo que sin saberlo formo parte de una paradoja y tal vez me desvanezca antes de empezar a escribir en este diario.

jueves, 4 de junio de 2009

El Beneficio de No tener Luz

La temporada de lluvias de este año ha llegado, lo pude comprobar el día de ayer por la tarde cuando venía con mis compañeros de viaje hacia mi casa, y a más de 10 Km de la entrada de la ciudad una tormenta de gran magnitud arropó todo el horizonte. Tenía tiempo que no veía una lluvia cerrada así, lo que es señal de que el invierno ha llegado.

Cuando llegamos a la ciudad ya era de noche, y como es común, cuando las ciudades tercermundistas no están preparadas para imprevistos de ninguna clase, empezaron a verse las primeras fallas de luz tanto en el alumbrado de las calles como de las casas. Con cada trueno, un apagón por algún sector. La ciudad debía parecer, vista desde el cielo, un arbolito de navidad con luces intermitentes. Fulminantes subidas y bajadas de luz acompañan a estas típicas tormentas de invierno tropical, y hacen que todo lo que sea eléctrico se joda o se ponga a punto de joderse.

Al ver como se iba la luz por todos lados, inmediatamente intuí que mi casa no iba a ser la excepción, porque la luz siempre se ha ido de golpe por minutos, y siempre ha pasado sin que haya lluvia. Al llegar confirmé lo que pensaba porque vi todo a oscuras. Mi mente, puesta en automático, venía pensando en que al llegar lo primero que haría sería acostarme a ver televisión. Televisión?, o sea, aparato, enchufe, corriente, LUZZZ. Me jodí.

Incapaz de cumplir con mi rutina diaria después del trabajo, me puse a pensar, como otras veces, en cuán conectado está uno con los aparatos eléctricos, que llega a sentirse hasta impotencia de no poder hacer nada porque la electricidad simplemente le domina el mundo a uno.

Y mi rutina no es nada campestre: llego al televisor, o en su defecto, al computador cuando Mila está usando el primero. Una vez que suelta el TV, cambio de un aparato a otro o simplemente me alterno entre los dos. Cuando ambos están aburridos para mi, enciendo un rato el xbox , o en el caso menos común, enciendo el piano y lo conecto al computador para ver que me sale. Bajo estas costumbres, totalmente enchufadas, no es de extrañar que el mundo se me venga abajo cuando no hay luz por falta de distracción post laboral. Obviamente se nota que no tengo hijos verdad?

Sin embargo, la difícil tarea de llegar a casa bajo la fuerte lluvia, me dio más cansancio de lo esperado y solamente esperaba ver la tele. Negativo. Simplemente me resigné a no tener mi dosis del día, y fui a sentarme en la sala de la casa (donde hace menos calor), bajo la luz de una vela, a esperar que llegase la luz (si llegaba), acompañado de mis abuelos y Mila.

Qué tiempo tenía sin hablar con ellos?. Vivimos en la misma casa y sentí que tenía semanas sin mediar palabra con ninguno. Yo soy uno de esos especimenes que vive y muere por los aparatos electrónicos, por la tecnología y los avances, que llega a aislarse del mundo por sumergirse dentro de la distracción moderna de los perolitos y medios actuales de comunicación e información. Me olvido de todo y de todos, la curiosidad por la cultura general es prácticamente mi vicio, y es satisfecho a través de la Internet y la tele, sin mencionar que soy fanático de los videojuegos de adultos. Por lo tanto, fue impactante para mi saberme tan desconectado del entorno familiar por pasármela tan enchufado del entorno mundial.

Con el cordón eléctrico roto, me dispuse a conversar amenamente con mi abuela y mi esposa de las cosas más variadas del quehacer diario. Y se habló de todo: Remembranzas del pasado de mis abuelos; recuerdos de cuántos perros mi abuela había criado y matado en toda su vida; de cómo vi morir a mi heredero, el loro ´Roberto´, después de un día de agonía; de la fuerza y el poder de los rayos y de cómo casi toda mi familia muere fulminada por una centella, que cayó cerca de la casa cuando todo el mundo estaba dentro; de mi bisabuela y su nueva costumbre de hablar sola y repetir las cosas que dice más de 10 veces como si fuese un reproductor de discos de acetato pegado; el miedo de mi abuela a que mi abuelo, después muerto, empiece a salir como espanto rechoncho a reclamar el corotero que guardó durante su vida y que jamás usó; de lo botarata y descuidado que era mi difunto bisabuelo materno que acostumbraba a prestar dinero a la gente sin otra garantía que la palabra de caballero o una letra firmada que a la postre no valía nada; de la llegada del temido virus A(H1N1) a Venezuela y los riesgos de que exista gente infectada en Guayana, etc, etc, etc, y muchísimos más etc.

Nos pudimos reír un mundo, bajo la luz de las velas y hablando pistoladas. Sin luz y con calor. No me hizo falta durante ese rato ni la tele ni el PC, ni el Xbox ni el piano. Prácticamente fue un beneficio la falta de luz porque me puso en contacto con mi gente, y me recordó que también es bueno charlar un rato con los seres querido. Especialmente con los más viejitos, porque son joyas que hay que aprovecharlas mientras están con nosotros. La luz llegó a las 10 de la noche y lo único que me molestó fue el calor. Puedo decir que fue una noche especial y poco común, totalmente Unplugged y llena de risas y anécdotas, igual que un día de campo, bajo la luz de la luna, lejos del ruido de la ciudad y los incompresibles avances de la tecnología moderna.

Caraduría Religiosa

Sabado: 8:30 am, suena el teléfono ferozmente. Numero desconocido, no contesto, es alguien molestando, no. Dos minutos después, suena el teléfono de nuevo y la insistencia me hace pensar que es Mila tratando de contactarme. Contesto. No era ella. Era un amigo con una propuesta indecente, pidiéndome un favor poco común e inesperado a las 8:30 am de un sábado: Epa chamo, quieres ser mi padrino de Confirmación?.

Confirmación?? Eso no lo hacen los niños?? Revisé mi archivo mental y somnoliento de lo que era eso en la religión católica, y mi respuesta inmediata fue: Te vas a casar el mes que viene y no te has confirmado?? DIOS!!. Quería colgar el celular de sopetón pero ya había atendido y entablado una jocosa conversación con el hereje en cuestión. Le pregunté a qué hora era y me respondió que a las 9:00 am. Marisco son las 8:30 am, estas loco??. Déjame ver como hago, nos vemos, y tranqué.

Una vez, hace mucho tiempo fui bautizado por la iglesia católica cuando tenía más o menos 1 año de nacido. Mis padrinos, a quienes recuerdo solo por fotos, me “echaron el agua”, y el padre, el cual mucho menos recuerdo, me santificó poniendo mi cabeza en remojo, o algo así. No recuerdo nada de eso y por eso bromeo con ello como si eso jamás hubiese pasado.

Sin ninguna clase de voluntad propia, fui llevado a una iglesia frecuentada por mis familiares por su tradición católica, y fui bautizado en el rito de esa religión. Años después, muchos después, luego de mi Comunión, extrañamente le perdí la fe y la confianza a una iglesia que no llenaba mi espíritu y más bien me hacía sentir vacío al salir de ella. No pienso criticar a la Iglesia Católica ni detallar en el porqué le perdí la fe, pero el hecho es que abandone aquel compromiso que una vez asumí sin mi propia voluntad.

Por ese traspié que a veces la iglesia católica se da con sus propios feligreses, y por el creciente número de personas que se van al exilio de esa religión (y muchas otras) sin decir por qué, el medio creó un rito que viene justamente después de la Comunión llamado Confirmación, que busca establecer una especie de orden entre los que se quedan y se van de la religión católica, permitiendo a los que se quedan, continuar con el siguiente rito que es el del Matrimonio por la vía y derechos propios de los católicos.

Yo jamás me confirmé, porque con total sinceridad les dije a mis padres que no quería hacerlo. Ellos entendieron fácilmente porque tampoco se consideran unos católicos per se. Llevan la creencia y el amor por Dios y Jesús según las enseñanzas de la iglesia católica, pero tienen una forma de pensar hacia los procedimientos de ésta que los han alejado de los templos y los han puesto a creer en un Dios más íntimo, más personal. Esto los ha vuelto una especie de renegados de la iglesia católica, por lo que entonces yo no esperé mucho e igual los seguí.

La vida me colocó por delante a mucha gente con creencias religiosas muy arraigadas y diferentes a las mías, lo que me puso al tanto de la gran diversidad de religiones y pensamientos, y me hacía sentir como un náufrago en una isla desierta porque no me podía encontrar en ninguna de ellas. Sentía muy dentro de mí que todas las religiones se contradecían, y en lo único en que comulgaban, existían reglas y procesos tan diferentes como extraños. Todos basados en la Biblia, pero bajo una perspectiva muy diferente según cada religión.

Mi primera decisión sincera fue no confesarme nuevamente ante un padre o un cura en una iglesia, la segunda fue no confirmarme porque no quería continuar con más ritos de los católicos. Fui sincero, y por no ser hipócrita, le di la espalda completa a mi religión de nacimiento. Creo que la hipocresía es un pecado y es más fuerte aun cuando la hipocresía intentas hacérsela a Dios.

Mientras me daba el baño a la carrera pensaba un poco en eso. Qué loco el amigo mío al intentar confirmarse luego de un montón de años viviendo como quién sabe qué bajo la lupa de Dios. Era católico mi amigo? Había hecho lo mismo que yo? Bautizarse sin saberlo como católico y luego dejarlo por no sentir que aquello le llenaba su espíritu?. Muchas veces sentí culpa por renunciar a la religión católica sin avisar, pero es que no existe una especie de Acta de Renuncia en la que se deja plasmada la firma del desertor, sino que simplemente uno se va y deja de asistir, lo que remuerde a veces la conciencia.

Al llegar a la iglesia, me plantaron en una charla en la cual todos los confirmantes eran niños, preparados de antemano durante 3 meses para el rito de la Confirmación. Los padrinos a su vez, debían tener el conocimiento del significado de la Confirmación, y el valor espiritual que tenía esta reafirmación de la fe para la iglesia católica. Allí me enteré de qué tan importante era la Confirmación, que solo podía darla un cura con rango de Monseñor. Mi amigo no se presentó a la charla, ni siquiera hizo el esfuerzo por saber qué era eso que estaba a punto de hacer.

Al día siguiente era el acto de Confirmación. Miles de niños, padrinos y padres abarrotaron la iglesia, y yo llegué al sitio primero que mi ahijado hereje. Al llegar, mi amigo empezó a bromear por todo, lo que no era más que una actitud nerviosa hacia un acto religioso, que para él no era más que un protocolo sin sentido y sin valor espiritual. Me estaba empezando a sentir incómodo con lo que me tocaría hacer, y esa misma sensación de hipocresía que una vez sentí al comulgar por primera y única vez, volvió a atravesarse por mi cabeza.

No me contuve, y en un momento durante la misa le pregunté a mi amigo si había sido obligado a hacer eso. No me contestó. Buscando respuesta le pregunté si le tocaba casarse en esa iglesia y me dijo que no. Le pregunté si necesitaba un certificado de confirmación para poder casarse y me respondió que no. Mi pregunta dentro de mi cabeza entonces fue: ¿Que carajo haces aquí confirmándote si ni siquiera sabes lo que es eso?? Vas a dejar que un cura te cachetee o te lance agua bendita en la cara sin siquiera saber lo que eso significa?. Pensé en la caraduría religiosa de mi pana allí presente y no podía comprender cómo se podía ser hipócrita con Dios mismo.

Había sido enviado allí a cumplir con eso, tal vez por sus padres o su futura esposa, solo por hacerlo. No había ni siquiera un minúsculo valor espiritual por eso dentro de su corazón, y estábamos a punto de pararnos frente al Monseñor. El cerebro me daba vueltas y de momentos tenía ganas de salir corriendo como la Novia Fugitiva y dejar a ese guevón parado ahí a que le escupiera en la cara al ritual de la Confirmación él solo.

Nos paramos ante el padre, me hicieron poner la mano en su hombro como un carajito y le preguntaron si aceptaba a Dios y renunciaba a sus pecados. No respondió un carajo. Lo hicieron decir Amen forzadamente porque a leguas mostraba su desapego e ignorancia hacia el compromiso que estaba tomando. Le pasaron un algodón por la frente y nos retiraron. El segundo padre en voz baja me preguntó: "Quién lo preparó a él?". Yo, con toda honestidad y vergüenza respondí: No lo se padre. El padre hizo un gesto de negativa y de decepción que difícilmente se borrará de mi mente.

Mi amigo al retirarnos dijo: “Ya cumplimos con esto vale”, pero no le respondí, me adelanté rápido para llegar a mi puesto y decirle a Mila que nos íbamos. Quería salir de ahí porque me sentía hipócrita.

Mi fe en Dios incluye el respeto a todas las formas y maneras de creer en él. No soy católico porque no creo en la mayoría de las cosas que pertenecen a esa religión. Igualmente no soy evangélico, ni pentecostal, ni adventista, ni mormón, pero respeto la fe de otros, ya que pienso que es en lo único que comulgan todas las religiones, en la fé. Por eso, si la Confirmación es tan importante para los católicos, ¿por qué hemos de irrespetarla simulando que creemos en ella cuando es una total mentira?. Es preferible aceptar que se es un renegado o exiliado a aceptar con caraduría que te pasen una esponja mojada por la cabeza o te metan debajo de la lengua un pedazo de pan especial lleno de sangría Don Julian, simplemente porque crees que eso es lo que significa y vale para tí. Valdrá poco para unos, pero mucho para otros y eso merece al menos respeto.

Muchos como mi amigo el hereje, van a la misa a darse golpes de pecho: “Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa…”, pero no piensan ni por un segundo por qué se atribuyen la culpa. Al salir, salen renovados, como nuevos, exculpados, pero no comprenden que una oración no vale nada sin sentimiento, sin fe y sin arrepentimiento. Da pena ajena saber que muchos como mi amigo, se jactan de ser confesos, bautizados y confirmados pero no sienten su cristianismo como debiesen hacerlo. Irónicamente y en cierta forma esto me reconforta ya que, a pesar de tener creencias muy particulares que no encuentran refugio en ninguna religión específica, siento que tal vez no estén muy distantes del buen camino. Mi Dios va por dentro y mi comunicación con él es de dos. Respeto al que se congrega y piensa diferente, pero no podría hacer lo que muchos hacen inconscientemente. Puedo estar mal, puedo estar bien, pero prefiero darle la espalda a la religiosidad sabiendo por qué lo hago, que darle la espalda a Dios sin saberlo.

viernes, 29 de mayo de 2009

Cuando la Milla verde es demasiado corta


El título de este relato está relacionado con una frase de una conocida y aleccionadora película protagonizada por Tom Hanks, en la cual hace el papel de un oficial de custodia en el pabellón de la muerte de una cárcel de alta seguridad en el sur de los Estados Unidos durante la época de la gran depresión. En ella, el mismo se encarga de repartir justicia divina a todos los reos que allí son llevados, condenados a muerte por crímenes atroces, poniendo fin a sus vidas al pasarlos por la silla eléctrica, no sin antes hacerlos recorrer el largo pasillo del condenatorio, conocido por todos como la Milla Verde, por el característico color verduzco claro del piso.

Durante su trabajo conoce a un reo negro que fue condenado a muerte por el asesinato de dos niñas de forma salvaje a campo abierto. Mientras espera ahí por el día de su muerte, el reo le revela a Hanks su verdadera naturaleza y la verdad detrás de la muerte de las niñas. El hombre le muestra que era inocente, y no solo eso, le mostró que era poseedor de un don impresionante de absorber toda la maldad, el dolor, y el daño que había en el mundo además de poder sanar y devolver a la vida a la gente. Sin embargo, la justicia divina del penal no le impidió a Hanks cumplir con su trabajo y terminar con la vida del que llamó “uno de los milagros de Dios”.

Hanks, por esto, fue condenado sin saberlo a sufrir un destino diametralmente opuesto pero igual de trágico. El reo, en aquel momento en que le reveló a Hanks toda la verdad de su persona, le traspasó parte de su poder y le infectó con vida haciendo que este viviera mucho más allá de lo esperado: Eternamente. Para este verdugo la Milla Verde resultó ser demasiado larga.

Pero para otros no lo es tanto, y este es el tema del que quiero escribir. Esa milla, ese corredor hacia nuestro inevitable destino, para algunos es tan largo que llegan a vivir una gran cantidad de años, a tal punto que llega a un momento de sus vidas en el que se preguntan cuándo Dios vendrá por ellos; pero para otros, ese pasillo color verde resulta ser algo menos que un corredor muy corto, tan corto que no tienen tiempo de descubrir el por qué estuvieron de paso en este mundo.

Hace unos días estando de viaje con unos amigos, me enteré de una noticia sobre la muerte trágica de un chico de 19 años, amigo de la familia de mi esposa y bastante conocido por mí. Venía de Maturin, de visita luego haber comenzado sus estudios universitarios allá. Era un chico trabajador, con vida en la mirada y con muchas ganas de superarse.

Pero no pudo ir más allá. Su vida terminó de repente en un accidente de tránsito fatal, sin que este pudiera darse por enterado de ello ya que iba durmiendo en uno de los carros involucrados en el accidente. Regresando el tiempo un poco, más o menos unos 3 o 4 meses, el chico me había saludado jovialmente (como siempre lo hacía desde chico) en casa de mi suegra cuando estábamos de visita por allá, consternados por la muerte trágica de un chico de esa calle, amigo igualmente de la familia, y que en ese instante acababa de perder la vida en un accidente contra un camión. Ellos dos eran amigos y en ese momento él era un observador.

Si regreso más el tiempo, unos dos meses más, lo habría visto nuevamente en casa de la familia de mi esposa, acompañándonos en el lamento por la muerte de un primo de la familia a manos del hampa. Ese otro chico tenía menos de 20 años. Eran jóvenes, muy jóvenes.

De vuelta al presente, recuerdo los velorios de esos tres muchachos, llenos de gente joven despidiendo a sus infortunados amigos. Igual no puedo evitar recordar los funerales del hermano menor y la prima de mi esposa junto a su pequeña bebé no nacida. Durante mi vida he asistido a varios funerales y curiosamente ninguno ha sido de personas viejas. He visto como se cierra el ataud de chicos que parecían tener todo por delante, que estaban logrando cosas, creciendo, casándose y teniendo hijos, y la sensación da escalofríos.

Jóvenes, hermanos, primos, amigos y conocidos se despidieron tan pronto de nosotros y tan inesperadamente que el sentimiento de vacío envuelve todo con un manto de incertidumbre sobre el tiempo que nos queda, que a mi particularmente me hace sentir tan frágil y pequeño ante los designios de Dios. No queda otra cosa que preguntar: por qué?

Todos hemos alguna vez desfilado y coqueteado con la muerte pero es increíble cómo los que vivimos no nos explicamos cómo otros mueren. Hemos aprendido a explicarlo y a darle una razón positiva que nos haga sentir menos efímeros e insignificantes en el universo. Decimos que “era su momento”, o “Dios lo llamó pronto a su reino”, pero para personas como yo estas cosas no solo son pruebas de fé sino de hechos concretos, y ciertos. Lo concreto es que la vida es corta, muy condenadamente corta, y hay que decirlo. Dios, en su maravilloso y enorme poder, nos dio el tiempo de una simple vida humana para que nuestro espíritu tomara forma física y saboreara el amargo y a la vez dulce sabor de vivir. Ahora la prueba de fe es que siendo de carne y hueso nuestro espíritu, que a veces tambalea y flaquea, pueda seguir creyendo en Dios luego de que cosas como estas les pasan a otros.

Si cuando ayer por la tarde le saludaste o hablaste un rato con esa persona, hoy le preguntas a un familiar cercano dónde lo están velando o si ya lo enterraron. Me ha tocado preguntar eso y el nudo en mi garganta solo se compara con el tamaño de mi incredulidad al momento de preguntarlo. Es que cuando uno pregunta eso, la mente se vuelca al hecho de ver a la persona misma guardada en una caja y descendiendo a 3 mts bajo tierra, cuando hace un momento o hace unos días lo viste echando broma por ahí. Y el golpe es aún mayor cuando el rostro que ves es el de un niño, con la juventud en el rostro pero sin la vida en su cuerpo.

El silencio infinito de un cementerio y el simple toque del viento que da en el rostro de los que aún estamos aquí, nos recuerda que de una vida llena de ajetreo y caos siempre sobrevendrá la paz para nuestro cuerpo. Esos chicos que he visto partir lamentablemente no tuvieron tiempo, Dios los pidió por adelantado y a muchos nos deja con la pregunta sin respuesta mientras a otros con la respuesta sin consuelo ni satisfacción. Hay cosas en este mundo que jamás tendrán explicación, y cuando la Milla verde a veces es tan corta, no hay por qué buscar el por qué a todo lo que nos pasa. Simplemente hay que vivir, sin temor ni afán, pues las cartas están echadas y nuestro reloj oculto marca una hora desconocida para todos nosotros. Todo se sabrá cuando llegue el momento de reencontrarnos con Dios y con aquellos que se fueron primero.

Q.E.P.D

Una Nueva Batalla: El Peso

He vuelto, sí, he vuelto, desde hace muchísimo tiempo pero he vuelto, y de qué manera. Desde mi último post pasaron miles de cosas que podría relatar y reflexionar aquí pero creo que el tiempo no me dejó el chance para desahogarlas y liberarlas de mi sistema en su momento, claro, como contribución a mis estudios nunca concluidos (ni iniciados) de psicología. Además, en este momento estaría demás hablar de cosas pasadas, que aunque fueron aleccionadoras, son tiempo muerto y buche de plumas para lo bueno a malo que pasa cada día. Además yo se saldrán coladas una que otra vez en mis próximos relatos, si Dios quiere.

Por eso desde ahora, quiero darle un nuevo sentido a mis Realidades y Reflexiones buscando convertirlo en una especie de DIARIO de realidades y reflexiones. Tratar de escribir un poco más seguido sobre algunos episodios de mi absurda pero gratificante vida que, como a todos, me llena siempre de lecciones y de nueva sabiduría y formas de ver el mundo. Como quien dice: “cada día pasa algo nuevo”, aunque hagas lo mismo una y otra vez y te canses de ver a la misma gente todos los días.

Una vez dije que todos los seres humanos, si no fuéramos tan egoístas ni yoístas, estaríamos todos los días de nuestra vida en una batalla constante, infinita, contra nuestros miedos, limitaciones, defectos y etc, etc. Hay batallas de la mente, batallas del espíritu, y batallas de lo físico. Hasta este momento siempre había peleado en las dos primeras, porque siempre gocé de buena salud y lo físico no me afectaba. Pero como no se puede estar todo el tiempo en las nebulosas luchando por la inmortalidad del cangrejo, ni retando hasta el infinito los límites de la imaginación, el destino y la batalla de lo físico en mi vida eran crónica de una muerte anunciada, una lucha que en algún momento tenía que llegar.

Entonces, mi guerra, como la de todos, empezó frente al espejo. Uno se ve al espejo y resulta que siempre ve cosas nuevas. Las mujeres se ven de todo, y no me atrevo a nombrar ni una sola cosa de las que las mujeres se ven al espejo porque entonces mi esposa voltearía los ojos o aquella fémina que lea esto diría: “Ay qué estúpido, quién se cree??”, así que bueno. Pero uno el hombre, cae con la vanidad, y es sorprendente como cambia todo cuando pasan los años. Cuando uno está jovencito se mira a ver qué tan papa está, si tiene una espinilla, cómo tiene el cabello, la sonrisa, o practica la cara de galan, o la de bromista, o la de sensible (que es la más efectiva para muchos), o llegan al extremo de sacar un cinta metrica y… bueno, se dan casos. En cambio, uno, y me refiero a “uno” como aquél ser humano, hombre, como yo, de 28 años, casado desde hace 2, y que no hace ejercicio como en sus tiempos de Aquilesca Gloria, se ve algo menos allá de lo evidente e infinitamente más simple: La barriga. Esa protuberancia redonda que muchos cultivan y se pulen con orgullo, y otros la tratan como un miembro más de su familia. El vulgar núcleo de nuestro peso.

Me vi al espejo y no me cuadraban las matemáticas. Tenía, por primera vez en mi vida, barriga. Una foto reciente de mi vestido en traje de gala me hizo sentar cabeza. Lo negué por mucho tiempo pero sí, estaba gordo. Dios, no se lo que me ha pasado!.

Recuerdo que en mis tiempos (suena a viejo decrepito pero CRISTOO!!), yo jugaba futbol en las tardes, básquet por las noches y tomaba ron por demás sin recibir más castigo que un físico excepcional, con abdominales perfectamente formados, y musculatura tonificada. Que vaya y abrupta metamorfosis la de este año. Un pasado olvidado y gratamente recordado en fotos.

Los tiempos claramente no son los mismos y uno para nada es el mismo, pero jamás creí que llegaría a tener el peso que tengo y que una de mis batallas sería contra la obesidad. Peso 84 kg. Sé que muchos dirán que eso es absurdo, que eso no es estar gordo ni mucho menos obeso, pero el que diga eso es porque pesa más que yo.

Cuando no me había casado pesaba 62 kg, y era una soberana lucha tratar de subir un kilo comiendo por lote. La ironía del asunto es que yo, en la gloria, lo intentaba, buscaba engordar, agarrar más carne y menos hueso, para que al final, luego de una década, sí, de gloria, viniese a terminar clavado por el karma de mis propios deseos de juventud.

He comenzado desde ayer la que yo llamo la dieta del KornFlakes, buscando eliminar los excesos de grasa a los que estoy gustosamente acostumbrado comiendo pizza, pollo o hamburguesas a altas horas de la noche. Es un suplicio, un crimen. Preferiría hacer ejercicios para eliminar calorías pero parece que necesito más de dos horas corriendo para reducir grasas, y mi trabajo a 45 minutos de mi casa, me deja con poco tiempo y pocos ánimos para batallar. La barriga no baja, y al contrario parece que sube. Hasta parece que se empina como retándome y diciéndome en mi propia cara: “Necesitaras algo más que alpiste para librarte de mí!”. Me da rabia afirmarlo pero creo que es cierto.

Tendré que poner mi rutina diaria en cintura para revertir el daño. Comienza el diario reflexivo de mi propia vida

Continuará…